Ciudad de México, 13 de mayo de 2009
Servicio informativo núm. 688
Sumario:
I. Decadencia sistémica, por Luis Linares Zapata
II. Diagnóstico económico oficial, por Rogelio Ramírez de la O
III. Colapso del ejército: los defensores galvanizados de la “disciplina” militar, por José Francisco Gallardo Rodríguez
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DECADENCIA SISTÉMICA
por Luis Linares Zapata, secretario de Desarrollo Económico y Ecología del gobierno legítimo de México
(publicado en La Jornada el 13 de mayo de 2009)
La vida pública de México, implicando en primerísimo sitio a su elite gobernante, ha entrado en una etapa de acelerada decadencia. Los frutos de tan perverso fenómeno sociológico brotan por doquier. Más de un cuarto de siglo en que el crecimiento ha sido nulo propicia enormes grietas. Conflictos y crisis recurrentes aparecen por casi cualquier ángulo de la vida organizada del país que se ponga a prueba. En trágico alineamiento, las múltiples carencias provocadas al aparato productivo y de seguridad o las inducidas al Estado de bienestar irrumpen incontrolables para testimoniar el deprimente estado de la cosa común o las minusvalías del capital humano. El resultado forma un cúmulo de súbitos cuan devastadores golpes a la conciencia colectiva.
Ya sea que se trate de la crisis financiera mundial y sus cruentos efectos en la desprotegida y desarticulada economía local. O puede referirse a la autoritaria presencia del oficialismo en su intentona por manipular la epidemia de influenza, aparecida sin registro previo, la degradación sistémica se aparece como un proceso incontenible. Por ello las trampeadas descripciones de un truhán (Derecho de réplica, Carlos Ahumada) que se alega perseguido y extorsionado, traslucen, sin tapujos, los destrozos éticos y las ruinas del sistema imperante para conducir los asuntos públicos. Una aterradora serie de dramas continuos que, para desgracia de muchos, se irán haciendo recurrentes en los días y meses por venir. Una colección de ilícitos y complicidades que quedarán en la más cínica de las impunidades. La resistencia al cambio que apuntala al modelo vigente navega contra toda cordura y sanidad contra los intereses colectivos. Los actuales dirigentes del país están enfrascados en soldar y reponer las rotas bases de sus torvos acuerdos cupulares que les permiten sacar enormes réditos del injusto modelo en boga.
Los alardeados blindajes nacionales vuelan en pedazos cuando se les somete a la menor prueba o son afectados por el mínimo contratiempo o de-sajuste externo. Nada resiste un simple soplo de realidad. Trátese de un susodicho catarrito, pues resulta pegoteado a monumentales deudas de los grandes corporativos locales, endrogados más allá de cualquier mesura. Sea por la deteriorada organicidad del aparato de salud, inmerso en la mediocridad y el olvido presupuestal, el desmoronamiento social y político no puede ser ya detenido. La que debía ser una básica consistencia ética choca y se derrumba ante prácticas sujetas a pasiones de baja estofa. En ese fango, presentado como simple oportunismo, traviste a un ya muy vapuleado ex presidente (CSG) en cínico jefe mafioso enarbolando la defensa de sus bastardos privilegios y masivos intereses. Todo se desmorona sin oponer la mínima resistencia. La ciudadanía apenas si puede contener el aliento y recae en profunda indiferencia ante los acontecimientos que, sin duda, le afectarán.
El alegado salvamento de la humanidad que lanzó el señor Calderón se ayunta con aquella su visión de la economía mexicana que, en sólo 25 años, llegaría a ser la cuarta potencia del mundo. Tristes alardes de un funcionario descontrolado en sus predicciones, defensas heroicas y catálogos del deber cumplido por colaboradores sumisos. El gabinete se exhibe en su ineptitud ante los temores de una población sin respaldo del equipamiento médico (se presume un millón de reservas de antivirales o de inapropiadas vacunas, a todas luces insuficiente: apenas para uno por ciento de la población). Pero había que aprovechar la oportunidad de elevar el aprecio ciudadano hacia un Ejecutivo ayuno de efectiva autoridad, sin, aunque sea ligeros, toques de responsabilidad. Para ello se rellenó el espectro mediático con su presencia. Golpes de mano ante la incuria extranjera no se olvidaron en el guión difusivo. China, Argentina, Haití o Cuba fueron los paganos malhechores sin que hubiera medidas de apoyo para desquitar ofensas.
Pero nada retrata más la decadencia de la elite que una disímbola troupe de conjurados contra la emergencia de un proyecto alternativo de izquierda (con todo y sus tramposos a bordo). Cualquier atajo (hasta la ilegalidad) antes de permitir la asunción que alguien independiente, no salido del designio plutocrático, sin compromisos subyugantes, llegara al poder supremo de la República. ¡No pasará ese peligro para la cosa nuestra! Murmuraron, gritaron a coro para regodearse en sus tropelías. La defensa a ultranza y desmedida de posturas personalizadas: miedos cervales ante las propias complicidades, los latrocinios a costa del presupuesto, los favores con los haberes y bienes públicos se coagularon en un grupúsculo en pérfida trama. La intentona de purificación que un ladronzuelo armó para salir de un apuro los desnuda en toda su impúdica labor de maniobreros.
Ahí, en ese relato, queda ensartado, una vez más, ese ranchero deshonesto, manirroto, rencoroso y traidor a la democracia que encarna, sin discusión alguna, Vicente Fox. Pero también el priísmo de categoría toma su parte estelar y el panismo subordinado de los operadores, Fernández de Ceballos, con su indiscutible lugar preferente, entra a escena sin menospreciar al amanuense Döring, un lodero de varios corrales. Un sainete que, de no ser por sus nefastas consecuencias para la vida nacional y personal de los mexicanos, tendría que asemejarse a la pantomima de Los Tres Chiflados, un capítulo para el olvido.
La derecha y su asimilado proyecto económico y de gobierno todavía vaga insepulto por esta atribulada nación. En otras regiones del subcontinente le están horadando, a pasos severos, lo poco que le resta de vigor. La derecha mexicana ha caído en una trampa de su propia creación que no la dejará avanzar, menos aún prevalecer. La plutocracia local es de una contextura cegatona ante su propia seguridad, no digamos a su continuidad o convivencia. Tiene que montar tramas como la que se narra en el libelo de marras y sus recursos de contención se esfuman con los golpes que las crisis le vienen ocasionando.
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DIAGNÓSTICO ECONÓMICO OFICIAL
por Rogelio Ramírez de la O
(publicado en El Universal el 13 de mayo de 2009)
Lo que explica las medidas raquíticas del gobierno frente a la profunda recesión económica es principalmente un diagnóstico probablemente equivocado de la recesión, tanto internacional como nacional.
Desde que no pudo reconocer durante más de un año la recesión y sólo lo hizo cuando su postura llegó a ser insostenible, indica que está muy detrás de los acontecimientos. Peor, como estos acontecimientos violentan su concepción de la economía, sus medidas siempre van a tener el riesgo de ser incompletas o aun erróneas.
Su diagnóstico es que la recesión estadounidense termina este año. Por eso las medidas en su programa llamado “acuerdo nacional” son pequeñas y algunas no se cumplen, como las inversiones en infraestructura.
Luego, en mayo, contra la secuela económica de la influenza, anunció apoyos por sólo 7 mil 400 millones de pesos, cuando las pérdidas de ingreso nacional son seis veces más en sólo 10 días de caída de ventas y actividad.
Como anécdota, entre tanto la Secretaría de Comunicaciones reconoció que sus proyectos para puertos del Pacífico están suspendidos por falta de financiamiento y menor atractivo para los participantes privados. Ni hablar de que el Estado ofrezca financiarlos y menos de que lleve a cabo él mismo las obras.
La lógica del gobierno es que a la larga es mejor proteger el equilibrio de sus finanzas en lugar de aumentar la inversión pública. Así, los mercados financieros van a estar tranquilos y eventualmente tendremos bajas tasas de interés y un peso fuerte.
El problema es que esta crisis tiene una profundidad y naturaleza muy distinta de las recesiones de los últimos 30 años y el diagnóstico oficial quedará rebasado. La economía estadounidense tomará años en repuntar después de tocar fondo. Y por sus efectos estructurales la economía global no será la misma de 2007.
Primero, los estadounidenses seguirán aumentando su tasa de ahorro. En 2007 fue sólo de 0.7% del PIB, pero hoy llega a 5% y sigue en aumento. Que llegue a 10% será un golpe severo a nuestras exportaciones.
Segundo, las familias están pagando deuda aceleradamente debido a sus temores de perder empleo e ingreso. En el tercer trimestre de 2008 pagaron deuda hipotecaria por 300 mil millones de dólares anualizados y continuaron en el cuarto con 230 mil millones. Esta es la primera vez en 30 años que la deuda hipotecaria cae en cualquier trimestre.
Países como México, cuya política macroeconómica ha sido el equilibrio de las finanzas públicas, una baja inflación y veladoras prendidas para que Estados Unidos siga creciendo, carecerán de palanca económica.
En el diagnóstico oficial interno también hay un error. Primero, la recuperación esperada para 2010 será impedida porque la pérdida de empleo y la caída del crédito ya contaminaron la capacidad de inversión de las empresas. Éstas seguirán recortando gastos, nómina e inversiones.
Segundo, el deterioro en las carteras de créditos al consumo y a la vivienda será mayor. La morosidad citada en la prensa de carteras de bancos de tercer nivel (como Banco Fácil y Bancoppel) es tan alta como 30% y 23%, lo que provoca la pregunta de cómo resistirían una recesión prolongada a 2010.
Tercero, la caída de ventas y empleo ya golpeó la recaudación. No sólo se trata del equilibrio de las finanzas públicas, sino de recortes muy grandes a los ingresos de estados y municipios.
El diagnóstico del gobierno está así desfasado de las fuerzas económicas y por ello las medidas que anuncie van a ser inadecuadas o insuficientes para la salud del país.
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COLAPSO DEL EJÉRCITO: LOS DEFENSORES GALVANIZADOS DE LA “DISCIPLINA” MILITAR
por José Francisco Gallardo Rodríguez
(publicado en Rebelión, http://www.rebelion.org/, el 13 de mayo de 2009)
Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York, es una de las principales organizaciones internacionales independientes dedicadas a la defensa y protección de los derechos humanos. Al concentrar la atención mundial en los lugares donde son violados, da voz a los oprimidos y exige cuentas a los opresores por sus crímenes. Las investigaciones rigurosas y objetivas, la incidencia política, estratégica y focalizada, generan una intensa presión para la acción gubernamental y eleva el costo político por los abusos cometidos en contra de la humanidad. Trata tenazmente de sentar bases jurídicas y morales para un cambio profundo en el que las personas del mundo disfruten de mayor justicia y seguridad.
Una investigación reciente de HRW señala al gobierno de México como responsable de 17 casos de graves abusos militares con más de 70 víctimas, en los cuales, soldados asesinaron presuntamente al menos a 12 civiles desarmados en los últimos dos años, violaron a unas 20 mujeres y detuvieron ilegalmente y torturaron a otras 50 personas, según denunció en abril pasado la organización en su informe “Impunidad Uniformada: Uso indebido de la justicia militar en México para investigar abusos cometidos durante operativos contra el narcotráfico y de seguridad pública”. (http://www.hrw.org/es)
El documento presentado ante altos funcionarios del gobierno y del ejército —que causó gran irritación—, precisa que en la totalidad de los casos registrados en operativos contra el crimen organizado, los militares responsables permanecen impunes.
El organismo señala que en doce casos, los soldados dispararon contra civiles desarmados después de que éstos no acataron la orden de detener sus vehículos. Ninguna de las víctimas tenía vínculos con las drogas ni con los grupos armados que operan en la región. La CNDH, con más de 2000 quejas contra soldados en su haber, confirma que los militares han torturado a civiles detenidos durante los operativos anticrimen. Estos abusos aberrantes atentan directamente contra el objetivo de terminar con la violencia vinculada al narcotráfico y de mejorar la seguridad pública, subraya el informe. ¿Tenemos un ejército de asesinos?
HRW explicó que el gobierno de México no se ha tomado en serio el problema de los abusos militares, y sostiene que la impunidad es favorecida por la justicia civil y solapada por el sistema de justicia militar que es parcial y dependiente, así como una estructura cerrada y sin transparencia. Es una justicia de mando que tiene como doctrina la lealtad institucional a cambio de impunidad. La Ong recomienda promover reformas a las leyes castrenses para que la autoridad civil pueda juzgar a los militares que violan derechos humanos: la abrogación de la jurisdicción militar y el sometimiento del ejército al poder civil del Estado.
Lejos de atender este reclamo, arguyendo asuntos de seguridad nacional, el ejecutivo federal presenta ante el Congreso, iniciativas de ley en la materia, que pretenden dar sustento legal a la intervención militar en la lucha contra el narcotráfico y legalizar el “estado de excepción” de facto que creó desde el inicio de su gestión por medio de la “guerra” contra las drogas. Se afirma que “el Estado exige redefinir los conceptos de seguridad nacional, interior y pública, para construir fundamentos que permitan garantizarlas cabalmente”, pero lo que en realidad se promueve no es el fortalecimiento de la seguridad, si no leyes de inmunidad para los militares que encaminan al país a un estado policiaco-militar; al umbral de un golpe de Estado que en las circunstancias del colapso institucional que padece México, con gusto sería apoyado por Washington.
La acusación de HRW en contra del ejército, la presentación de las iniciativas a las leyes de seguridad, como el caso de las muertas de Juárez, que se ventila ante la Corte Interamericana contra el gobierno por crímenes de lesa humanidad, como otros escándalos políticos y de corrupción, (entre los que se encuentran los de la familia de Fox y su esposa), se encubren con el anuncio del brote epidémico A/H1N1, ¡pamplinas! Estamos ante una política de miedo impuesta por la derecha en contra de la Constitución y la democracia, en el quicio de las elecciones federales, para someter a la sociedad y obligarla a que acepte reformas legales represivas, de entrega de soberanía, cambios políticos, económicos o sociales que de otra manera no aceptaría como es el fracaso de la política económica o un gobierno de corte militar. Además, encaja en un ambiente político de incredulidad y de alta corrupción partidaria.
Que no yerre Calderón en su estrategia, el ejército representa un poder real, un bastión de nacionalismo muy mellado pero con sectores activos, que pese a la represión contra el pueblo, mantiene una alta credibilidad social. Si dentro de una crisis de salud global pharma-provocada, Calderón se proclamó “salvador del mundo”, en el contexto de un agravamiento del colapso institucional que vive nuestro país, con una sociedad desgastada, desconfiada e incrédula, el ejército apoyado en el shock social incitado por las crisis, igual se puede proclamar “salvador de la patria” a través de un quirúrgico golpe de Estado institucional, incluso con un cierto apoyo social.
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