martes, 11 de septiembre de 2007

Convoca AMLO a acciones de resistencia civil pacífica para detener el alza a la gasolina

Ciudad de México, 11 de septiembre de 2007
Servicio informativo núm. 187

CONVOCA LÓPEZ OBRADOR A QUE LOS LEGISLADORES REALICEN ACCIONES DE RESISTENCIA CIVIL PACÍFICA PARA DETENER LA APROBACIÓN DEL ALZA A LA GASOLINA

Como lo informó desde la semana pasada, esta mañana, Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de México, asistió al Palacio Legislativo de San Lázaro, en la Ciudad de México, para reunirse con los diputados del Frente Amplio Progresista (FAP) que componen los partidos de la Revolución Democrática y del Trabajo, así como la organización Convergencia. Su entrada al recinto legislativo contrastó con la que hace unos días efectuó el presidente de facto, Felipe Calderón, pues esta vez el presidente fue recibido entre muestras populares de afecto y apoyo, y sin necesidad de dispositivos policiaco-militares ni negociaciones entre las fuerzas políticas para garantizar su estadía en el lugar. Contrastó también el que frente a multitud de representantes de la prensa, López Obrador dirigió un discurso apegado a la realidad que vive el país y no pretendiendo retratar un país virtual. En dicho discurso —que servicio de noticias ISA reproduce íntegramente a continuación— destaca su llamado a que con acciones de resistencia civil pacífica, los legisladores del FAP impidan que en los próximos días la derecha apruebe incrementos a la gasolina y el diesel, lo que desataría una escalada de aumentos en los precios de productos de primera necesidad y representaría un golpe inaceptable a la economía de la mayoría de los mexicanos.

Discurso de Andrés Manuel López Obrador, presidente legítimo de México, en la reunión con legisladores del Frente Amplio Progresista, en el Salón Verde de la Cámara de Diputados

Diputadas y diputados del Partido de la Revolución Democrática, del Partido del Trabajo y del Partido Convergencia:

Compañeras, compañeros:

Amigas y amigos todos:

Este encuentro tiene el propósito principal de transmitirles, de manera directa, el sentir de muchos mexicanos de todas las clases sociales, pero fundamentalmente de los más humildes y pobres de México, ante la propuesta del gobierno usurpador de aumentar los impuestos al sector productivo y, de manera especial, ante la intención de subir el precio de la gasolina y del diesel.

Como ustedes saben, el fraude electoral del 2 de julio tuvo, entre otros propósitos, el mantener a toda costa la política económica que se ha venido imponiendo desde hace 25 años en beneficio de unos cuantos y que ha resultado un verdadero desastre para la nación.

Es innegable que durante más de dos décadas la economía no ha crecido ni siquiera por encima del aumento de la población y, por lo mismo, no se han generado empleos.

Por el contrario, se han enajenado bienes de la nación, se han explotado de manera irracional los recursos naturales, se ha degradado el territorio, se ha desmantelado la planta productiva nacional, se abandonó el campo, se ha triplicado la deuda pública, se ha incrementado como nunca en la historia la desigualdad económica y social, y se ha empobrecido a millones de mexicanos.

A esto se suma el evidente deterioro de las instituciones, que han sido sometidas a los intereses de una minoría rapaz y se han alejado en lo esencial del mandato constitucional.

Por todas estas razones, después del fraude, millones de mexicanos decidimos llevar a cabo una transformación en todos los órdenes de la vida pública. Sostenemos que los graves y grandes problemas nacionales sólo podrán enfrentarse con cambios profundos en lo político, lo económico y lo social.

Con esta convicción estamos trabajando desde abajo y con la gente. Creemos que es posible llevar a cabo una renovación tajante de la vida pública, de manera pacífica, con una revolución de las conciencias, que afortunadamente ya se inició, y con mucha organización y participación ciudadana.

Pero al mismo tiempo que trabajamos en la construcción de una nueva República, nuestro movimiento ha decidido defender a los sectores productivos, la economía popular y el patrimonio de la nación.

En otras palabras, con una mano trabajamos en la organización para transformar la vida pública de México y con la otra defendemos al pueblo y a la nación, ante la voracidad de los potentados y sus testaferros.

En este marco se explica mi presencia en esta Cámara de Diputados. Vengo a expresar a nombre de muchos mexicanos, mujeres y hombres, nuestra inconformidad ante la pretensión del gobierno usurpador de aumentar impuestos.

Y también vengo a presentar ante ustedes, de manera respetuosa, una propuesta alternativa para obtener recursos sin dañar al sector productivo ni a la economía popular.

Desde la campaña sostuvimos que sin aumentar impuestos y sin mayor endeudamiento, es posible sacar a México del atraso en que se encuentra e impulsar el desarrollo del país. Como es sabido, nuestra propuesta, en esencia, consiste en terminar con los privilegios fiscales y en reducir el costo del gobierno a la sociedad.

Sobre esto último, partimos de un criterio básico: le cuesta mucho al pueblo mantener al gobierno. Esta situación ha llegado al absurdo de que el presupuesto, que es dinero de todo el pueblo, se destina casi de manera exclusiva a mantener a una especie de casta privilegiada, improductiva y corrupta.

Es como aceptar que existen dos Méxicos, dos mundos: el del pueblo que padece cada vez más por carencias, desempleo, salarios de hambre, pobreza y marginación, y el mundo de la burocracia privilegiada al servicio de la oligarquía.

No olvidemos que la enseñanza mayor del presidente Juárez y de los liberales de su generación consiste en que los funcionarios públicos no deben contar con fueros o privilegios, ni disponer del erario en forma irresponsable; los que gobiernan están obligados a conducirse sin ostentación ni derroche.

El servidor público debe ser sencillo y actuar con sobriedad y honradez.

En ninguna circunstancia, menos aun en situación de estancamiento económico, desempleo y empobrecimiento, los servidores públicos pueden disponer del presupuesto para obtener altos salarios, prestaciones, beneficios y comodidades. Por el contrario, estos recursos deben canalizarse a la atención de las necesidades apremiantes de la gente.

La austeridad no sólo es un asunto administrativo, sino de principios. La austeridad significa rigor y eficiencia, pero también justicia. No es concebible un gobierno rico con un pueblo pobre.

Por todas estas consideraciones, es inaceptable que el gobierno usurpador esté proponiendo aumentar los impuestos, cuando lo primero que debería hacer es reducir el oneroso gasto de la alta burocracia.

¿Con qué autoridad moral proponen aumentar el precio de la gasolina y del diesel, si un ministro de la Corte gana alrededor de 500 mil pesos mensuales; o si un ex presidente, como Carlos Salinas, nos cuesta casi 5 millones de pesos mensuales; o si a costa del erario se pagan 5 mil millones de pesos al año para el fondo de ahorro de los altos funcionarios; o si los sueldos de los más encumbrados burócratas del gobierno son de los más altos de mundo?

Se ha llegado a tanto en el manejo faccioso del presupuesto público que desde Fox hasta la fecha el gasto corriente aumentó en 75 mil millones de dólares, mientras que lo destinado a infraestructura y obra pública sólo se incrementó, en este mismo periodo, en mil 200 millones de dólares.

Un ejemplo: el Poder Judicial, en el 2000, tenía un presupuesto de 13 mil 300 millones de pesos y en 2007 es de 32 mil 800 millones de pesos; es decir, un incremento en términos nominales de 145 por ciento y en términos reales del 88 por ciento, sin incluir el donativo o especie de soborno que significó los 70 millones de dólares que recibió del dinero confiscado al ciudadano mexicano de origen chino.

Es más: la propuesta de reforma fiscal del presidente espurio −léase aumentos de impuestos− no sólo es injusta sino que significa golpear aun más al sector productivo del país.

Cualquier economista, con un poco de sentido común, sabe que nunca es aconsejable subir impuestos cuando la economía está debilitándose, porque lo único que se logra es provocar menos crecimiento y más desempleo.

Tomemos en cuenta que hay factores externos desfavorables por la crisis hipotecaria en Estados Unidos que afectan a la industria de la construcción y al crédito mundial.
Este año, la economía de México crecerá a la mitad de lo alcanzado el año pasado. Las remesas de los trabajadores migrantes que habían venido creciendo a una tasa del 15 por ciento anual, este año se han estancado; la producción manufacturera creció, el año pasado, en 5.5 por ciento y en lo que va de este año apenas se mantiene en 0.2 por ciento.

Reitero: una propuesta de aumento de impuestos en este clima económico es aberrante y técnicamente errónea, pues no sólo no atempera el impacto externo negativo, sino que agrava la tendencia recesiva de la economía y empeora las expectativas del sector productivo, causando así menor inversión y menos empleos.

Por eso, nos oponemos a que aumenten los impuestos a trabajadores, profesionistas y a comerciantes y empresarios dedicados al sector productivo.

Pero sobre todo, rechazamos rotundamente el aumento del 5.5 por ciento a la gasolina y al diesel.

Aquí quiero recordar que durante la campaña, imitando una propuesta nuestra, Felipe Calderón se comprometió a reducir los precios de la gasolina, el gas y la energía eléctrica. Sin embargo, como es un mentiroso vulgar, se ha esmerado en hacer exactamente lo opuesto.

En lo que va de este gobierno usurpador no sólo han aumentado los precios de estos energéticos, sino el costo de los principales alimentos de la canasta básica, como son: el fríjol, el huevo, la leche, el pollo y la tortilla, que han registrado incrementos en promedio de 38 por ciento, mientras el salario mínimo sólo aumentó en 3.9 por ciento.

Y, por si fuera poco, ahora Felipe Calderón está proponiendo a esta Cámara de Diputados aumentar aun más el precio de la gasolina y del diesel, lo cual desataría un aumento generalizado de precios y una mayor carestía.


Diputadas y diputados:

Seguramente, como ya lo están diciendo, nuestros adversarios van a decir que si no hay aumento de impuestos no se podrá financiar el presupuesto.

Por eso les propongo que impulsen, desde el Poder Legislativo, un programa de austeridad que permita, sin aumentar los impuestos, liberar fondos para el desarrollo del país y el bienestar de los mexicanos.

Nuestro planteamiento consiste concretamente en obtener ahorros en el presupuesto del orden de 100 mil millones de pesos.

En primer término, proponemos que los 22 mil millones de pesos que pretende recaudar el gobierno usurpador con el aumento en la gasolina y en el diesel, se obtengan de las siguientes partidas:

1. Que se ajuste a la baja la partida 1509 para reducir a la mitad las percepciones desde el presidente espurio hasta los directores generales adjuntos del Poder Ejecutivo Federal; que se reduzcan también a la mitad las percepciones de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia del Poder Judicial de la Federación y que, de la misma forma, se reduzcan a la mitad las percepciones de diputados federales y senadores. Con este ajuste se obtendría un ahorro de 10 mil millones de pesos.

2. Que se suprima la partida 1407 del Seguro de Separación Individualizada, que consiste en un fondo de ahorro especial para alta burocracia y que se estima para este año en 5 mil 60 millones de pesos.

3. Que se cancele la partida 1406 de Gastos Médicos Mayores, para atención en hospitales privados de la alta burocracia, que equivale a 2 mil 300 millones de pesos. ¡Que vayan al ISSSTE, para que vean lo que siente!

4. Que se cancelen las pensiones a ex presidentes que equivalen a 260 millones de pesos al año.

5. Que se elimine la entrega de bonos discrecionales de fin de año para los altos funcionarios públicos, que representa una erogación de 5 mil millones de pesos.

En suma, con sólo estos ajustes al gasto, no habría necesidad de aumentar el precio de la gasolina y del diesel.

Pero también sostenemos que podría llevarse a cabo una reducción mayor del gasto corriente que permitiera evitar el aumento de otros impuestos que afectarán al sector productivo.


Diputadas y diputados:

Para este ejercicio pongo a consideración de ustedes la experiencia y el conocimiento de especialistas en la materia del Gobierno Legítimo de México.

Subrayo: es posible llevar a cabo una profunda reestructuración del presupuesto nacional y una nueva orientación del gasto público.

Sabemos que hay mucho despilfarro en el manejo del presupuesto. Hay mucha tela de donde cortar.

Tenemos identificadas las partidas en dónde se pueden hacer ajustes sin afectar a los trabajadores de base ni los servicios que ofrece el gobierno a la sociedad.

Se trata exclusivamente de eliminar privilegios de la alta burocracia que, dicho sea de paso, es de las más costosas, atrasadas, corruptas e improductivas del mundo.

Asimismo les recuerdo que la propuesta del presidente espurio sólo afecta al sector productivo y a la mayoría de los consumidores nacionales. Es evidente que cumplió fielmente la máxima de que no se puede tocar al intocable.

Es decir, se grava al sector productivo de México, pero no se afecta a quienes usan la Bolsa de Valores para la especulación financiera. Tampoco combate las prácticas monopólicas que dañan la competitividad y obligan al consumidor mexicano a pagar precios exagerados por bienes y servicios.


Amigas y amigos entrañables:

Diputadas y diputados:

Como ustedes saben estoy recorriendo desde abajo todo el país. Me he propuesto visitar los 2 mil 500 municipios de México y hasta ahora llevo 780 municipios visitados.

En estas giras pueblo por pueblo, me reúno en las plazas públicas y establezco comunicación directa con la gente.

En mensajes de ida y vuelta, en diálogos circulares voy recogiendo los sentimientos del pueblo y cada vez es más patente la grave situación económica y social de la mayoría de la gente.

La actual política económica y el carácter antipopular del régimen ha cancelado el futuro de millones de mexicanos. Para muchos, la única forma de salir adelante es abandonar el país, porque millones de los que se quedan viven angustiados por la falta de empleo y no tienen para pagar la luz, el gas, el pasaje, ni para curarse ni para comer.

Por eso mismo me han pedido que les notifique que por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia se permita el aumento a la gasolina y al diesel.

Es por ello que, de manera respetuosa, les recomiendo que si este tema se llegara a tratar en esta Cámara, no vacilen en oponerse.

Pero no sólo se trata de que voten en contra, porque como todos sabemos, siempre hay enjuagues en las cúpulas del PRI y del PAN, y es probable que los diputados de estos partidos logren mayoría de votos para aprobar el aumento a la gasolina y el diesel.

De ahí que mi sugerencia respetuosa es que, como verdaderos representantes del pueblo, pongan en práctica, si es necesario, acciones de resistencia civil pacífica al interior de esta Cámara, hasta lograr que se retire dicha iniciativa.

No nos preocupemos tanto por lo que dirán nuestros adversarios y por la campaña en contra en los medios de comunicación, con honrosas excepciones.

Nosotros estamos bien con nuestra conciencia y lo vamos a seguir estando si siempre estamos bien con la gente, con el prójimo.

Nosotros sinceramente no queremos la violencia. Precisamente por eso no debemos permitir que se siga actuando de manera irresponsable, dejando sin salida a millones de mexicanos que quieren vivir en paz.

Además, no se puede permanecer indiferente cuando se está queriendo violar el principal principio de los derechos humanos, que es el derecho a la subsistencia, el derecho a la vida.

Estoy seguro que ustedes sabrán actuar a la altura de las circunstancias.

Les agradezco de todo corazón su presencia.

Muchas gracias.

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