lunes, 16 de marzo de 2009

Dos mil treinta y ocho municipios, por Miguel Ángel Granados Chapa

Ciudad de México, 16 de marzo de 2009

Servicio informativo núm. 655



Sumario:

I. Dos mil treinta y ocho municipios, por Miguel Ángel Granados Chapa


II. Una propuesta desde abajo, por Bernardo Bátiz V.


III. Agiotistas, por Laura Itzel Castillo


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DOS MIL TREINTA Y OCHO MUNICIPIOS

por Miguel Ángel Granados Chapa

(publicado en Reforma el 11 de marzo de 2009)


Concluyó Andrés Manuel López Obrador un ejercicio insólito de política a ras de tierra: entre el 4 de enero de 2007 y el 9 de marzo de 2009, recorrió los dos mil treinta y ocho municipios donde se eligen autoridades conforme al régimen de partidos. Visitará en el último cuatrimestre del año —después de la elección federal de julio— los 418 municipios oaxaqueños que se rigen por usos y costumbres. De ese modo, habrá estado en comunicación directa con millones de ciudadanos a cuyos puntos de residencia llegó en un recorrido que comprende hasta ahora casi ciento cincuenta mil kilómetros.


López Obrador protagoniza en esas condiciones el primer caso de un candidato opositor al que se niega el acceso a la Presidencia de la República y se mantiene intensamente activo. Es verdad que durante el año siguiente a la elección de julio de 1988, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas encabezó la organización del Partido de la Revolución Democrática, que culminó el 5 de mayo de 1989. Pero ni antes ni después de esa fecha esa tarea implicó un esfuerzo personal tan concentrado como el que ha desarrollado ahora López Obrador. Es que, a diferencia de Cárdenas, el candidato de la coalición Por el bien de todos denunció como fraudulento el resultado electoral, activó la Convención Nacional Democrática que lo invistió como presidente legítimo (frente a Felipe Calderón, considerado como espurio por la propia Convención) y organizó un movimiento de resistencia civil pacífica.


Esta movilización se ha desarrollado a lo largo de más de dos años con diversas modalidades. Como consecuencia de su nombramiento, López Obrador organizó un gabinete con cuyos integrantes se reúne entre lunes y miércoles de cada semana, antes de iniciar los jueves sus giras municipales. En esos días capitalinos, el ex jefe de gobierno del Distrito Federal actuó durante más de un año como principal dirigente de la izquierda partidaria, mientras estuvo actuante el Frente Amplio Progresista, a cuyas vicisitudes me referiré más adelante. En esa circunstancia, López Obrador se reunía también con los legisladores de los partidos que integran el Frente, para coordinar tareas que requieren tramitación parlamentaria. De ese modo fue posible que una de las modalidades de la resistencia civil pacífica, el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, consiguiera abrir una discusión amplia de la reforma energética presentada por el presidente Calderón en abril de 2008 y que, de no mediar esa movilización, hubiera sido aprobada al vapor en aquel mismo mes, y no como al final ocurrió, en octubre siguiente. Una vez concluida la reforma, con resultados que no fueron reconocidos por el propio López Obrador no obstante que significaron una modificación sustantiva del proyecto calderoniano, la movilización se orientó a la defensa de la economía popular. En los meses recientes, a la par que concluía su recorrido por la república, han ido abriéndose en las entidades federativas y en las delegaciones del DF sedes del movimiento donde se ofrece asesoría de diversos géneros a los seguidores de López Obrador, que perseveran en acudir a los mítines que no ha dejado de organizar desde noviembre de 2006, y que muestran estar listos para responder a los llamados de su dirigente.


Con el encuentro directo con la gente que lo considera presidente legítimo, una forma de acción política diferente del ejercicio de la oposición, López Obrador buscaba escapar de las limitaciones que le imponen las estructuras internas de los partidos que lo postularon a la Presidencia de la República. No parece que trate de crear su propio partido, sino de encauzar la frustración de quienes se sintieron defraudados por los órganos electorales al cabo del proceso de 2006. Desde que dirigió el PRD, ha sido claro que López Obrador prefiere encabezar un movimiento y no un partido, porque las vías de acción de aquel no se limitan a los procesos electorales sino que son más anchas y buscan satisfacer necesidades ciudadanas más inmediatas que las de contribuir a la formación de gobiernos y representación.


Con todo, López Obrador no pudo prescindir por completo de actuar dentro del PRD, en el que ha militado desde su fundación. Al hacerlo entró en franco enfrentamiento con Nueva Izquierda, la corriente a la que él alentó cuando dejó a Jesús Ortega dominar la estructura partidaria en los años de su presidencia, de 1996 a 1999. Después de muchos meses de enojosos litigios, el liderazgo de López Obrador no se tradujo en control de los mandos del partido. Su candidato a dirigirlo, Alejandro Encinas, fue arrollado por el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que hizo a Ortega presidente del partido. A partir de ese momento, el aire perredista se ha enrarecido para López Obrador, que ahora encuentra una comarca más amplia para su actuación en el Partido del Trabajo y en Convergencia, que decidieron formar una coalición sin el PRD para participar en los comicios de julio próximo.


En esos partidos López Obrador dispone ahora de elementos que su propio partido, el PRD, le niega o le regatea, en reciprocidad a la reticencia con que el ex candidato presidencial sobrelleva la pertenencia a su estructura. Su actual estrategia de apoyarse en el PT y Convergencia puede no ser eficaz, sobre todo si por ella disminuye el número de diputados que se manifiesten de su lado en los lances legislativos que, pese a todo, es menester llevar adelante. Veremos.


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UNA PROPUESTA DESDE ABAJO

por Bernardo Bátiz V., secretario de Justicia y Seguridad del gobierno legítimo de México

(publicado en La Jornada el 16 de marzo de 2009)


Andrés Manuel López Obrador concluyó su recorrido por todos los municipios del régimen constitucional que hay en México: 2 mil 38, nada menos; la hazaña es única, ningún otro político mexicano ha llevado a cabo un periplo como ése, ni un municipio de los 31 estados ni las 16 delegaciones del Distrito Federal se quedaron sin un encuentro entre ciudadanos y el dirigente social que asombra una y otra vez con su forma diferente de participar en la vida pública de México.


Me tocó acompañarlo en el recorrido por los 51 municipios de Nuevo León, estado considerado conservador y de derecha, en el que el Revolucionario Institucional y Acción Nacional se han turnado en los gobiernos principales; a pesar de ello, en todos lados, tanto en los municipios industrializados y muy bien comunicados del área metropolitana, como en los relativamente prósperos de la zona citrícola o los más pobres y semidespoblados de amplias zonas del sur y del norte, el dirigente encontró grupos numerosos de personas que lo recibieron con asombro por su presencia en los más remotos y en todos con entusiasmo por la renovación de la esperanza de un cambio, que encuentran, lo mismo en sus discursos que en su incansable caminar.


Los que pensaban que el fraude electoral de 2006 iba a desembocar en unas cuantas semanas de alborotos callejeros y reclamos airados, que se irían apagando al correr del tiempo, no conocen ni el temple de AMLO ni el talante del pueblo de México, que no deja de luchar por un cambio en la política y en la economía, cambio revolucionario, pero incruento y eficaz que dé salida al desastre al que hemos llegado, y que ha sido generado por años de políticas dóciles al neoliberalismo globalizador, corruptas por añadidura y sumamente ineficaces.


Ante la destrucción del campo, la dependencia alimentaria, el intento de malbaratar lo poco que queda del patrimonio nacional, Petróleos Mexicanos especialmente, los bajos niveles educativos y otros datos desalentadores, todo fruto de la miopía que impide a quienes hoy mandan encontrar soluciones propias y los hace esperar pasivos las soluciones que vengan de fuera; ante esta situación el movimiento encabezado por AMLO es una corriente de aire fresco que recorre el país y renueva la esperanza de un cambio de fondo y desde abajo, con el pueblo y para beneficio del pueblo.


Las impresiones y reflexiones del recorrido han sido recopiladas en cinco capítulos que publicó La Jornada y que son un atinado diagnóstico, que concluye en propuestas agrupadas en cuatro ideas fundamentales: "rescatar las instituciones políticas", que han demostrado su descomposición y franca decadencia; "cambiar el modelo económico", es decir, pasar del inhumano capitalismo, que tritura los lazos sociales, a un sistema basado en la solidaridad, la justicia y la equidad a partir de la rectoría del Estado, que garantice para todos acceso al estudio, la cultura, la habitación decorosa y el sustento; "moralizar el gobierno", sin comentarios, los que llegaron con las siglas del PAN han superado a sus maestros del PRI; lo que ahora requiere México es gobernantes de convicción republicana y que no estén obsesionados por la codicia y la superficialidad, ambas tendencias que los hacen irresponsables; "crear una nueva corriente de pensamiento", llamado que coincide con una vocación de nuestro pueblo que busca que el ser humano valga por lo que es, por lo que sirve, por lo que sabe y no por lo que acumula y atesora.


Con la conclusión del admirable recorrido por el país, con la publicación de las experiencias y pensamientos que el contacto con tanta gente provocó, con las líneas generales del nuevo proyecto que se propone, López Obrador no "regresa", como algunos afirman, con nerviosismo y temor mal disimulado, lo que pasa es que no puede regresar porque no se ha ido, sigue presente, no ha variado su ruta y con quienes participamos en el mismo proyecto, que somos cada vez más, se prepara para los nuevos trabajos que ahora vienen.


Por lo pronto, la actual coyuntura electoral que fue preciso afrontar, no como una meta en sí misma, sino como un paso al gran cambio, que permite la presencia en la vida pública de quienes compartimos las mismas convicciones e ideales.


Otra tarea es consolidar y poner en acción a los cuadros que a todo lo largo del país se han constituido como colaboradores del Gobierno Legítimo; de ellos se espera mucho y también exigirá mucha entrega y convicción.

Ante la presencia, ante la persistencia, al lado de la gente común, de los ciudadanos sin cargos y sin prebendas, afectados duramente por la crisis, el caminar sin descanso, hablar, proponer y debatir se logra que las expectativas de cambio no mueran, sino, por el contrario, se sientan cercanas.

Sin embargo, del otro lado, los convencidos por la guerra sucia de 2006, los fanatizados por las campañas del miedo, los que tienen ojos y no ven, y oídos y no escuchan, renuevan sus rencores y sus prejuicios y retornan a la andanada de diatribas, bajos ataques y adjetivos despectivos y descalificadores; pero, ciertamente son ahora menos, el mal gobierno de Calderón y la ineficacia de su equipo han desengañado a muchos; la crisis ha abierto los ojos a otros, pero los que quedan como los chuanes desterrados por la Revolución Francesa, ni olvidan nada ni nada aprenden.


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AGIOTISTAS

por Laura Itzel Castillo, secretaria de Asentamientos Humanos y Vivienda del gobierno legítimo de México

(publicado en El Universal el 11 de marzo de 2009)


La semana anterior, frente a las oficinas de la Asociación de Bancos de México, a convocatoria de Andrés Manuel López Obrador, el Movimiento Nacional en Defensa de la Economía Popular se manifestó contra el agiotismo de los bancos.


El Secretario de la Hacienda del gobierno legítimo de México, Mario Di Costanzo, recordó cómo el 21 de abril de 2003, el ahora ex vocal de la Junta de Gobierno del IPAB, Bernardo González Aréchiga, entregó a la Comisión de Vigilancia del Congreso sus Memorias de labores. Señaló que en la página 13 se refiere lo siguiente: “El terrible dilema que confrontó el Fobaproa, según uno de los responsables más importantes del rescate, se resume en la siguiente frase: ‘a raíz de la crisis bancaria de 1995, nosotros tuvimos que escoger entre cumplir la ley o reducir el costo fiscal. Optamos por violar la ley y reducir el costo fiscal”’.


A ese grado llega el cinismo. No obstante, a los millones de mexicanos que tienen que enfrentar problemas derivados de la crisis actual, desde el poder se les amenaza con aplicarles todo el peso de la ley.


A algunos de los grandes empresarios, el gobierno espurio sí los apoya, a través de Nacional Financiera (Nafin). Esto, bajo el pretexto de proteger el empleo, con recursos públicos. Así “avala” la deuda de las empresas que se hacen acreedoras a estos apoyos. Hasta el momento lo han hecho con alrededor de 18 mil millones de dólares, provenientes, claro, de nuestras reservas internacionales.


Frente a esta situación, en el mitin se alertó a la población para no dejarse sorprender con las presiones de los bancos. Sobre todo, a raíz de la crisis actual. Los consejos son los siguientes:


• No te dejes acosar por los bancos o las compañías administradoras de cartera o despachos de cobranza.


• No firmes ninguna reestructura crediticia a menos que hayas tenido la asesoría jurídica de alguna asociación de deudores, con autoridad moral, honradez y honestidad probada.


• Los bancos no pueden congelar tus cuentas de ahorro, de nómina o de pensionado, aun cuando tengas adeudos con las instituciones bancarias, si no está claramente estipulado en el contrato que firmaste cuando te otorgaron tu tarjeta de crédito.


• Existen mecanismos jurídicos para defendernos de las arbitrariedades que se cometen en contra de los deudores. Sin embargo, la atención de estos casos requiere de asesoría técnica y jurídica.


• No es un delito haber caído en cartera vencida y con más razón si perdiste tu empleo.


• Más bien, somos víctimas de la negligente política económica, implantada por el gobierno de la “estabilidad y el empleo”.


• No puedes ser embargado: una tarjeta de crédito es un “préstamo dado sin ninguna garantía”.


Finalmente se llamó a organizarse y acercarse a las Casas del Movimiento ubicadas en las distintas entidades del país y en las 16 delegaciones políticas del DF.


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