sábado, 28 de febrero de 2009

Corruptos los impartidores de justicia “por atreverse a recibir, sin justificación alguna, un ingreso de 600 mil pesos mensuales”: AMLO

Ciudad de México, 28 de febrero de 2009
Servicio informativo núm. 639


Sumario:

I.
Corruptos los impartidores de justicia “por atreverse a recibir, sin justificación alguna, un ingreso de 600 mil pesos mensuales”: AMLO

II. Vientos electorales, por José Antonio Crespo

III. ¿Italia en México?, por José Luis Piñeyro

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CORRUPTOS LOS IMPARTIDORES DE JUSTICIA “POR ATREVERSE A RECIBIR, SIN JUSTIFICACIÓN ALGUNA, UN INGRESO DE 600 MIL PESOS MENSUALES”: AMLO


Por tratarse de un insulto, de un agravio, Andrés Manuel López Obrador exigió que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación reduzcan en 50 por ciento sus salarios de 600 mil pesos mensuales o, en todo caso, que se los paguen “sus jefes, la mafia de la política y del dinero, entre cuyos miembros destacan el ex presidente Carlos Salinas y los empresarios Carlos X. González y Roberto Hernández”.

En su segundo día de recorridos por municipios tamaulipecos y en entrevista que concedió al término de la asamblea informativa con el pueblo de Cruillas, el presidente legítimo de México demandó ayer que todos los miembros de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial se bajen el sueldo a la mitad, desde ministros, jueces, magistrados, diputados federales y senadores, hasta directores generales, subsecretarios, secretarios y el presidente usurpador.

“Digan lo que digan, no es posible, es injusto que los ministros ganen lo doble de lo que recibe el presidente de Estados Unidos, Barack Obama”, aseguró al tachar de corruptos a los impartidores de justicia “por atreverse a recibir, sin justificación alguna, un ingreso de 600 mil pesos mensuales”.

Consideró que los ministros de la Corte son unos cínicos porque no quieren dar ejemplos de rectitud e integridad. “Es realmente una contradicción que quienes supuestamente imparten justicia, estén actuando de manera abusiva, porque yo he sacado las cuentas y en total reciben 600 mil pesos por mes”, detalló.

El mismo tema abordó en las asambleas informativas con los habitantes de Méndez, Burgos, San Nicolás y San Carlos. “Son un agravio los altos salarios que recibe un grupo parasitario e improductivo, unos zánganos, con tantas carencias que tiene el país. Por ejemplo los ministros de la Corte están al servicio de la mafia del dinero y la política y todavía se les tiene que pagar con dinero del pueblo”, insistió.

“¡Que mejor los sueldos se los pague Salinas, Claudio X González y Roberto Hernández, porque están al servicio de ellos y no imparten justicia, ni están al servicio del pueblo!”, subrayó.

López Obrador hizo énfasis en que la alta burocracia recibe atención médica en hospitales y clínicas privadas y cuenta con una partida presupuestal de 6 mil millones de pesos anuales, cantidad que representa el presupuesto de casi 600 años del municipio de Méndez.

El presidente legítimo de México se manifestó por ejercer el presupuesto público, de 3 billones de pesos para este año, bajo los criterios de equidad y justicia y señaló que si dicha cantidad se repartiera entre las aproximadamente 26 millones de familias, a cada una de ellas les tocaría un promedio de 10 mil pesos mensuales.

En la jornada del viernes 27, López Obrador recorrió un promedio de 80 kilómetros de caminos de terracería para trasladarse del municipio de Cruillas a San Nicolás. En San Carlos, el presidente municipal Leonel Hinojosa Cárdenas —de extracción priista— intentó de manera infructuosa boicotear la asamblea informativa.

Por la noche del día anterior y la mañana del 27, ordenó a una cuadrilla de trabajadores que dispersarán carretillas con arena de río en los alrededores del kiosco de la plaza principal. Sin embargo, la arena no impidió la realización del evento y, a pesar de que la puerta principal del kiosco fue cerrada y sellada con un candado, López Obrador trepó literalmente por los muros y columnas del kiosco para dirigirse al pueblo de esta localidad. Tanto hombres, mujeres y niños de San Carlos aplaudieron la decisión y la valentía “mostrada por el presidente legítimo de los mexicanos”.

Posteriormente, se trasladó al hospital de San Carlos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS-Coplamar), luego de escuchar múltiples quejas de los vecinos sobre la carencia de medicamentos y la ausencia casi permanente del médico-pasante. La enfermera Manuela Valle explicó a López Obrador que durante los últimos meses el nosocomio fue desmantelado prácticamente y que sólo da consulta un médico, porque se redujo el número de solicitudes de atención. También aclaró que el hospital no funciona como centro de especialidades, “porque las consultas son pocas”, y admitió que sí hay un desabasto de medicamentos, “aunque cuando hay, se entrega a la población derechohabiente”.

Otras de las deficiencias que reconoció la enfermera Valle es que las consultas médicas se ofrecen únicamente de lunes a viernes, pero en ocasiones el médico pasante se ausenta los miércoles, porque tiene la necesidad de rendir cuentas a sus superiores.

Un día después, este sábado 28 de febrero, Andrés Manuel López Obrador propuso una reforma a la legislación que regula las funciones de la banca mexicana: “Creo que se debe de replantear todo lo que tiene que ver con la banca, porque costó mucho” el rescate bancario, el llamado Fobaproa, cuyo pago anual por concepto de intereses representa una erogación de 50 mil millones de pesos del presupuesto nacional, informó.

El presidente legítimo de México sustentó su iniciativa de reformar la actividad bancaria en que hombres como Roberto Hernández, de Banamex, “se han hecho inmensamente ricos” a costilla del erario público.

En entrevista que concedió al término de la asamblea informativa con los habitantes de Antiguo Morelos —municipio enclavado en la Huasteca—, afirmó que la banca no genera beneficio alguno para los mexicanos y que se han convertido en la paraestatal “más onerosa y parasitaria que haya en el país, porque vive del cobro de comisiones elevadísimas y porque todo los políticos protegen a los banqueros”.

Luego señaló al senador priista Manlio Fabio Beltrones, a los ex presidentes Carlos Salinas y Vicente Fox, y “al presidente espurio Felipe Calderón” como protectores de los banqueros beneficiados por el rescate bancario. “Se tiene que llevar a cabo una reforma para que no se tenga una banca parasitaria, como la que tenemos, que no impulsa, ni sirve al desarrollo económico del país”, puntualizó.

Al darse a conocer que el gobierno de Estados Unidos tendrá una mayor participación en el corporativo Citigroup, al cual pertenece Banamex, y que las leyes mexicanas prohíben una injerencia gubernamental extranjera en las instituciones financieras nacionales, López Obrador declaró que la banca ya está en manos de extranjeros, con excepción de Banorte.

En la jornada de este día, el presidente legítimo de los mexicanos expresó a los ciudadanos de Antiguo Morelos, Nuevo Morelos y Tula que la recesión provocará un decrecimiento en la economía que estimó en 5 por ciento bajo cero.

“En consecuencia, no habrá nuevas fuentes de empleo y se mantendrán una pérdida diaria de mil puestos de trabajo”, informó al asegurar que la mafia de la política se apoderó del poder y del presupuesto público para beneficio de los barones del dinero y de una bola de bandidos. “Desde 1982 impera un modelo económico neoliberal que mantiene en la pobreza a millones de familias que carecen hasta de lo indispensable”, añadió.

Al demandar “que se regrese al campo” y que las políticas públicas estén orientadas al impulso y apoyo de las actividades productivas, López Obrador manifestó que la actual política de pillaje dejó sin oportunidades de estudio y de trabajo a millones de jóvenes y provocó, al mismo tiempo, que aumentarán los índices de violencia e inseguridad en todos los rincones de la República Mexicana.

Dijo que en una situación similar se encuentra el sector energético. “Desde hace 28 años se dejaron de construir refinerías, por lo cual México tiene que importar alrededor de 50 por ciento del consumo nacional de gasolina”, explicó.

Asimismo, dio a conocer que el año pasado se destinaron un promedio de 70 mil millones de pesos para la importación de gasolinas y sus derivados, así como de alimentos básicos, como frijol, arroz, pollo, así como carne de res y de cerdo.

“Pero ante el negro panorama y la amarga realidad, el gobierno espurio de Felipe Calderón no está haciendo nada para proteger la economía popular, y desde que se aplicó la política de pillaje y de privilegios, aumentaron de uno a diez los mexicanos que son multimillonarios, de acuerdo a la revista Forbes”, concluyó

Para este domingo, Andrés Manuel López Obrador convivirá con los habitantes de Abasolo, Soto La Marina y Casas, municipios correspondientes a Tamaulipas.

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VIENTOS ELECTORALES
por José Antonio Crespo

(publicado en Excélsior el 27 de febrero de 2009)

¿Hacia dónde soplan los vientos electorales? 1) El gobierno nacional duplicará su presupuesto de comunicación con respecto a 2008 (de 800 millones, a mil 800 millones de pesos, aproximadamente), casi lo mismo que se supone se ahorraría el erario con el uso de tiempos oficiales por partidos y organismos electorales. Es una nueva burla a los ciudadanos. Mejor devolver algunos de esos espacios al gobierno, reduciendo los que de sobra tiene el IFE.

2) Las encuestas siguen retratando la intención de voto de los ciudadanos. Una de ellas, recién publicada por Reforma (23/feb/09), confirma lo que otras reflejan: que el PRI se separa del resto de los partidos y se acerca al umbral que podría darle la mayoría absoluta en la Cámara baja (41 %). Sin duda, el PRI es el principal beneficiario del fiasco de los gobiernos panistas, en parte porque el PRD ha desaprovechado la oportunidad de presentarse como una oposición confiable, unida y constructiva (en marzo del año pasado tenía 23% de la intención del voto, para caer ahora a su piso histórico de 17%).

3) También hay datos que permiten inferir que la crisis económica es lo que más está golpeando al blanquiazul, pese al bombardeo mediático del gobierno en el sentido de que la crisis viene de afuera y ahora estamos mejor preparados para resistirla. Y es que, en diciembre de 2008, el PAN estaba empatado con el PRI (en 36%) entre quienes dicen estar pasando una época económicamente difícil (que conforman 62% del total). Ahora, en ese subgrupo, el PAN desciende a 25%, de lo cual el PRI se ha alimentado (y también el PRD, pero en mucho menor medida).

4) Entre los partidos emergentes, el Partido Verde reporta 5% de intención de voto, lo cual sugiere que su oferta de impulsar la pena de muerte está resultando eficaz. Se trata de un hábil partido “engañabobos”, que primero vendió la imagen de ser un partido ecologista y ahora va en sentido contrario, apoyando la pena de muerte. El partido, al parecer, ha captado a un buen número de incautos que sólo contribuirán a que siga en pie ese rentable negocio. El PT también reporta 5% de intención de voto, lo que en su mayoría puede atribuirse a que ha aprovechado el padrinazgo de Andrés López Obrador. El Panal aparece con sólo 2%, suficiente para mantener el registro, pero muy bajo en comparación con su debut en 2006. Sin embargo, esto puede ser engañoso, pues aún cuenta con su poderosa máquina corporativa. Y el PSD, ya sin Patricia Mercado, no enfrenta un panorama alentador.

5) Al preguntar a los entrevistados sobre si los famosos spots de los partidos influirán en su decisión de voto, 55% afirman que no. Pero, para quienes quisiéramos cambiar el modelo de spots por espacios de reflexión, debate y deliberación, hubiera sido mejor que ese porcentaje hubiera sido de 95%, pues basta con que 40 % diga que la propaganda partidista sí le es útil en la decisión de su voto, para que los partidos se sientan proclives a mantener la actual spotización de las campañas.

6) Con respecto a la evaluación del IFE: 52% dice que ve al Instituto muy bien o bien (lo que seguramente corresponde con la mitad de ciudadanos que avalaron el triunfo de Felipe Calderón). Los consejeros electorales quizá se sientan contentos, pues se trata de una mayoría absoluta de los encuestados, pero a estas alturas dicha confianza tendría que ser de cerca de 80 por ciento. Sólo que en 2006 la confianza ciudadana (que en efecto registraba 75%) se cayó dramáticamente. Y aunque los actuales consejeros enmendaron el grave error de haberse querido elevar exponencialmente su salario en plena crisis económica, y en medio del proceso electoral, dejaron en claro que para ellos lo prioritario no es la democracia, la credibilidad electoral o el fortalecimiento del IFE, sino tener sus bolsillos repletos.

Exhibieron su absoluta falta de ética social, pero también su carencia de visión política. ¿No calcularon la reacción de la opinión pública, ante su grosera voracidad? ¿Creyeron que recibirían un sonoro aplauso por su merecido incremento salarial? ¿No se percataron de que daban en charola de plata municiones de sobra a los poderosos enemigos del IFE? ¿No pensaron en el grave daño que le harían al Instituto? ¿Qué confianza puede haber ahora sobre su conducción de los comicios? Mostraron su verdadera estatura moral y política. Si a los consejeros de verdad les preocupaban los bajos salarios de muchos funcionarios del IFE, pudieron elevarlos sin al mismo tiempo incrementar el suyo, pues lo primero pareció más un pretexto para lo segundo. En el mejor de los casos, resulta preocupante tan profunda torpeza política.

7) Y el nivel de participación electoral calculado es de 43%, más o menos el que se registró en 2003. Al clasificar a los votantes probables de acuerdo con su intención de voto, se mantienen los porcentajes en general: PRI, PAN y PRD, en ese orden. Es decir, el nivel de participación electoral no parecería modificar significativamente el marcador entre los partidos (sea cual sea la concurrencia a las urnas, el PRI ocuparía el primer sitio, con gran ventaja). Los encuestadores se las han ingeniado para calcular, a través de una batería de preguntas, cuáles de los entrevistados muestran altas probabilidades de acudir a las urnas.

Pero flota en el ambiente un fuerte rechazo a los partidos, que podría traducirse, no sólo en abstencionismo, sino también en un alto nivel de anulación deliberada del sufragio. Por lo cual los encuestadores, a la hora de preguntar la intención del voto, harían bien en incluir la opción “Ninguno” o “Anularé mi voto”, para ir calculando desde ahora la magnitud de ese fenómeno, que sería un rasgo peculiar de esta elección.

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¿ITALIA EN MÉXICO?
por José Luis Piñeyro

(publicado en El Universal el 28 de febrero de 2009)

Ahora que el narcotráfico aparece como tema de debate en la precampaña electoral en boca de dirigentes partidistas, recuperaremos algunas reflexiones del sacerdote italiano Luigi Ciotti sobre la mafia en su país, quien asistió al nuestro como invitado a la Conferencia Episcopal Mexicana (La Jornada, 21/II/09).

Ese debate se centra aquí sobre si se debe seguir con la represiva estrategia anticriminal o hay que agregar tácticas (prevención y rehabilitación de adicciones, legalización de la mariguana, golpes sistemáticos a las finanzas y propiedades de narcos) y deslindar responsabilidades añejas, priístas y nuevas, panistas, en un contexto de crisis económica y de seguridad pública que no se reconoce que se retroalimentan.

Ciotti, dirigente de Libera (mil 500 asociaciones diversas en Italia), considera que el combate a las mafias no puede ser sólo responsabilidad de las fuerzas policiales, sino también de lo que llama sociedad responsable, que debe ser vigilante y propositiva frente a las instituciones del Estado.

Libera actúa basada en tres propuestas. Primera, confiscación de los bienes de mafiosos (hay 9 mil propiedades incautadas) para darles uso social vía cooperativas agrícolas para jóvenes y así dar un golpe doble a los mafiosos: reducción patrimonial y de consenso. Segunda, generación de información y conocimiento (60% de las universidades italianas han firmado acuerdos con Libera) para hacer propuestas responsables. Tercera, mantener y multiplicar el recuerdo no sólo de los asesinados famosos sino de todos los fallecidos, mediante una red de familiares y amigos.

Apunta que frente a la actual crisis económica, que es sobre todo política y ética, la mafia se aprovechará “del sufrimiento de muchas familias y pequeñas empresas: prestará dinero, hará favores, penetrará aún más en la sociedad”, de forma tal que la disminución de homicidios mafiosos obedece a su mayor penetración y control social. Resalta que la polémica sobre la seguridad busca consenso electoral dado que en el acceso a este derecho “los últimos en la fila son los más pobres”, seguridad entendida como: salud, educación, casa y trabajo.

Concluye destacando una paradoja actual: “Tenemos que liberar a la libertad del mal uso que se hace de ella. Hay demasiadas personas en nuestras sociedades que no son libres”. Pasar del reino de la necesidad al de la libertad, diría Karl Marx.

En México, ¿cómo se usan el dinero y los patrimonios confiscados y cuál es su cuantía? ¿Una táctica de confiscación sistemática podría auxiliar al abandonado campo mediante dotación de tierras, préstamos y asesoría técnica para generar cohesión social? ¿Las universidades podrían asesorar en las campañas de prevención y rehabilitación de drogadictos potenciales y reales, en la evaluación del sistema penitenciario y de la estrategia anticriminal? ¿Si disminuye la violencia obedecerá a que la guerra se va ganando o a más penetración del narco, dado el creciente ejército de desempleados y pobres?

¿La memoria colectiva sobre los 9 mil narcoejectuados sólo en este gobierno debe ser una táctica de generación de voluntad colectiva y de participación social, o se seguirá con la pasiva e individual cultura de la denuncia y de amnesia que pretende que los ejecutados son sólo narcos y no civiles inocentes, policías y militares honestos? ¿Se continuará insistiendo en que seguridad pública es proteger la integridad personal y patrimonial desvinculada de la reducidísima seguridad social y laboral? ¿La jerarquía de la Iglesia católica seguirá repitiendo que la criminalidad obedece a la falta de valores entre los jóvenes?

Las respuestas a estas preguntas no aparecen en la reciente “revaloración” de la estrategia anticriminal del Consejo Nacional de Seguridad, sino que fue una demostración más de fuerza frente al narco y nada más, se repitieron las tácticas de siempre. Faltaron las de confiscación, rehabilitación, prevención y participación amplias y permanentes, combinadas con una estrategia de cambio del excluyente modelo económico neoliberal.

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Gaza. Después de la masacre, por Juan Miguel Muñoz

Ciudad de México, 28 de febrero de 2009
Servicio informativo núm. 638


Sumario:

I.
Gaza. Después de la masacre, por Juan Miguel Muñoz

II. Erased: Wipe off the map (Borrados del mapa). Vínculo al avance de la película

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GAZA. DESPUÉS DE LA MASACRE
por Juan Miguel Muñoz

(publicado en El País [Madrid] el 22 de febrero de 2009)

Durante 23 días, Israel convirtió Gaza en una trampa mortal para un millón y medio de palestinos. El ejército israelí sometió a la población a un duro castigo colectivo. Murieron casi 1 400 personas. Pocos días después de terminar el asedio, vetado para los periodistas, dos reporteros captaron la destrucción, el dolor y también el orgullo de un pueblo.

Ataviado con salacot y uniforme, la antigua fotografía en blanco y negro muestra a un guardia que posa sonriente delante del cartel de Imperial Airways. Aterrizaba en aquellos tiempos del mandato británico el aeroplano Hanno en el aeropuerto de Gaza y las vías del ferrocarril cruzaban la plácida franja mediterránea. Trenes procedentes de Arabia atravesaban el territorio palestino y enlazaban, vía Damasco, con el Orient Express rumbo a Estambul y París. Corría 1935 en este pedazo de tierra codiciado durante milenios por faraones, reyes nabateos, monarcas fenicios, asirios, militares griegos, emperadores romanos y bizantinos, visires persas, cruzados, emperadores franceses, sultanes otomanos, reyes británicos, primeros ministros israelíes, presidentes egipcios… Ahora es un lugar desolador, salpicado de parajes lunares, de enormes cráteres cavados por las bombas, de cientos de edificios públicos derruidos. Y de gente deprimida —casi todos pobres, pocos ricos— que, sin embargo, se proclama dispuesta a resistir. Son orgullosos. No agacharán la cabeza, a pesar de que el territorio palestino es una ruina sometida por Israel a un asedio económico, militar y político que perdura ya tres años. Gaza regresa tras la guerra de 23 días, la más devastadora sufrida en décadas, al pasado. Pero no para que vuelvan a despegar aviones, ni zarpen barcos, ni los ferrocarriles emprendan la marcha hacia Occidente. Los adultos saben que eso difícilmente lo verán.

En Gaza se respira destrucción y se reciben lecciones de una historia reciente moteada de acontecimientos apenas conocidos fuera de sus 367 kilómetros cuadrados. Para los dirigentes israelíes, esta guerra —desatada el 27 de diciembre con un bombardeo de cuarteles en cuyas paredes aún está incrustada la carne carbonizada de los agentes, y que causó casi 1 400 muertos, la gran mayoría civiles— tuvo su origen en el lanzamiento del primer cohete Kassam en 2001. Y siguió con la evacuación de los colonos judíos y militares de Gaza, en septiembre de 2005. No existe la historia. Los gazauis, sin embargo, rememoran otro relato que arranca en 1948, año de la fundación del Estado sionista. Cuentan, porque lo vivieron, matanzas en Gaza y Cisjordania en 1953, en 1955, en 1956, en 1967, en 1982, en 2002, en 2008… La narración que se repite machacona.

Sí se acordará Mohamed Sultana, de 57 años, quien yacía a finales de enero en el hospital Shifa minutos antes de ser enviado a su casa de Beit Lahia por falta de camas en la saturada planta del centro médico. Se escuchan gemidos de pacientes. Extraño era entrar en el Shifa y no oír el grito de un niño quemado. La pierna izquierda de Mohamed termina en un muñón cicatrizado. Perdió la extremidad durante la primera Intifada, hace más de dos décadas. “Acudí durante esta guerra al hospital Al Quds y lo bombardearon. Tras la explosión me encontré en la calle. Se me infectó una herida en la pierna derecha y me amputaron a la altura de la rodilla”. Fue cojo a que le trataran. Salió sin piernas.

Estos días en Gaza se ve más gente con muletas, más mutilados de lo habitual. “Verá usted”, tercia el familiar de un paciente, “cuando no existía la OLP nos mataban; después de su fundación, también; tras los acuerdos de Oslo en 1993, lo mismo. Ahora gobierna Hamás, y siguen matándonos. Y podría desaparecer Hamás, e Israel seguiría matándonos”.

Sobre los escombros en Yabalia de una de las 4 000 viviendas demolidas por la aviación y la artillería israelíes, el propietario sesentón, Anuar Abdalá, refugiado desde 1948, afirma: “Volvemos a las tiendas de campaña. No vivíamos en ellas desde 1953, cuando la Agencia de Naciones para los Refugiados (UNRWA) empezó a construir casas. Hay ahora 10 campos como éste en Gaza. Yo he vivido 30 años en Arabia Saudí, y regresé. Vamos a reconstruir todo lo que ve. Somos como la vegetación. Creceremos de nuevo. La época de la emigración se acabó. Aprendimos bien la lección”. Testimonios como el de Ahmed Jader se prodigan en cualquier rincón de la zona oriental limítrofe con Israel. “A mí me han tirado dos veces la casa. Y en esta guerra han derribado la de mis 12 hermanos y sobrinos. Alguno de ellos ha muerto. Pero pienso seguir aquí, aunque la destruyan diez veces más”, asegura, haciendo honor a la testarudez que distingue a los vecinos de Gaza. Juran, junto a las tiendas que florecen ahora en su tierra, que no claudicarán.

El jefe de UNRWA en Gaza, el irlandés John Ging, advertía a comienzos de febrero que decenas de miles de personas del millón y medio de habitantes de la franja han quedado a la intemperie. En varias zonas del noreste de Gaza, desde las que casi se podría saludar a los granjeros de los kibutzim israelíes, apenas quedan edificios en pie. Sobre los montículos de cemento y hierro pasan las jornadas los lugareños. Tratan de recuperar la antena parabólica, ropas, enseres o documentos en medio de una polvareda insalubre… La destrucción fue sistemática. Deliberada. “Haremos que retrocedan veinte años”, amenazaron algunos ministros del gobierno de Ehud Olmert. Cumplieron.

La virulencia de los ataques masivos ha expandido la destrucción hasta límites desconocidos en Gaza. Treinta y cinco escuelas, 16 ministerios, hospitales, cientos de cuarteles y puestos policiales, 4 000 casas o edificios de viviendas, un millar de fábricas, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Islámica… El Parlamento es, sin duda, el más transparente del mundo. Sólo queda el esqueleto del edificio, que habrá que derribar. Un montón de mezquitas han sido arrasadas. “Mira, mira”, señala un mocoso un alminar desmochado en el campo de refugiados de Yabalia. Es uno de los pasatiempos de los niños cuando se topan con un extranjero. Una señal para el futuro: con sus amiguitos, bien pequeños, se van deprisa para no perderse el rezo del mediodía. ¿Y por qué esa destrucción si los combatientes palestinos esperaron a los soldados enemigos en el interior de las ciudades? Eyad Abu Hujeir, director de una ONG que promueve los derechos humanos, alberga pocas dudas: “El mensaje es muy claro. Quieren que la zona entre la frontera y las primeras viviendas de palestinos sea lo más extensa posible”. El gobierno israelí exige para la tregua con Hamás un espacio libre en las inmediaciones de la frontera. No será sencillo.

Rohme Rohme es un fornido campesino que sabe leer y escribir. Poco más. “Ésta es una zona abierta donde no lucharon los milicianos. Es sencillo: Israel no quiere que vivamos aquí. Por eso querían aniquilarnos o expulsarnos hacia el oeste. De mi casa y la de mis seis hermanos, nada queda. En febrero del año pasado ya fue derribada una parte, pero ahora la han tirado abajo por completo. Los tanques también han arrasado mi campo de olivos y naranjos. Mire las huellas. Mi familia no es de Al Fatah ni de Hamás. Pero eso da igual. No nos iremos. ¿Adónde? Nos costará 60 000 euros levantar otra casa, es probable que la destrocen de nuevo, y la volveremos a reconstruir”, explica Rohme, que apunta con el dedo cada edificio aplanado a su alrededor: una fábrica de hormigón y de ladrillos, la de mármol, naves industriales, un almacén de chatarra —donde aún reposa el puente de mando del Chindallae, el pequeño barco que utilizaba Yasir Arafat, también bombardeado hace años—, la mezquita… En el hospital Al Wafa, también geriátrico, hubo suerte: sólo tiene un boquete de dos metros y docenas de impactos de proyectiles de menor calibre.

Al sur de Gaza, en Juzaa, al este de Jan Yunis, también a pocos cientos de metros de la frontera israelí, montones de viviendas fueron arrasadas. Los plásticos de los invernaderos, desplomados, y sobre la tierra no se deja de pisar tomates aún verdes. Las tuberías subterráneas para el riego emergen y se funden con las torretas eléctricas derribadas. En la vecina Beni Suahila, la clínica de fisioterapia es un amasijo de hierros y cemento. El recuento de destrozos llenaría páginas. A evaluar los daños se dedican los cientos de cooperantes que conducen sus vehículos hacia los barrios del este de la ciudad de Gaza (Zeitun y Sheyaieh), hacia Atrata (al norte de la franja), a Juzaa, a Mughraga (en el centro)… En la sureña Rafah, los túneles que conectan Gaza con Egipto, cordón umbilical para el contrabando de alimentos, ordenadores, vacas, queso, armamento y todo lo imaginable, fueron martilleados sin pausa. Los hombres que trabajan en los túneles enseñan los restos de misiles, algunos sin explotar. Ni uno disiente: “Pueden bombardearlos una y otra vez, y los volveremos a excavar. Es nuestro único medio de vida”, dice Abu Antar, que busca la boca de uno de los túneles en un enorme socavón. El jefe de la aviación israelí, Ido Nehustan, coincidió con el pronóstico: “Podemos bombardear hoy y los reconstruirán mañana”.

Reconstruir es ahora la palabra clave. Una tarea cifrada en 1 600 millones de euros que no está exenta de turbios manejos políticos. La aversión a la Autoridad Palestina y a su presidente, Mahmud Abbas, se torna desprecio en Gaza. Nidal es el nombre ficticio de un acaudalado empresario. “Nunca seré de Hamás. Es más, pertenecía a Al Fatah, pero abandoné”, explica como presentación. “No van a permitir a Hamás que lleve a cabo la reconstrucción. Eso está pactado entre Israel, Abbas y Egipto”. Emad al Baz, director del Registro de Empresas del Ministerio de Economía, esboza el panorama. “Hay 3 000 empresas en Gaza, y todas se paralizaron durante la guerra”, comenta en su despacho. “Tenemos unas 1 200 fábricas, la gran mayoría cerca de la frontera. El 80% han sido destruidas. Israel quería acabar con nuestra economía, y de paso que la gente se rebelara para derrocar al gobierno. Nos amenazan con más bombardeos, pero nada peor nos pueden hacer ya. Aquí no hay temor a la muerte, y eso también tiene su valor”, dice el alto funcionario.

Si el odio a Israel se palpa, la indignación respecto a los países occidentales y varios de sus aliados árabes —Egipto y Jordania se llevan la palma— brota sin preguntar. Tres semanas después del alto el fuego —aunque los ataques aéreos a Gaza continuaron y el lanzamiento de algunos cohetes, también—, ni siquiera la ayuda humanitaria llegaba en la cantidad necesaria para aliviar el desastre. UNRWA, cuyos almacenes en su sede central de Gaza fueron totalmente calcinados, asegura que sólo recibe la mitad de lo necesario; el enviado de la Unión Europea, Marc Otte, apremia a Israel para que permita un flujo cuantioso a un territorio que calificó como “el infierno”. Los palestinos están hastiados de escuchar esta cantinela que tildan de hipócrita. “Necesitaremos al menos dos o tres años para reconstruir lo devastado, y eso suponiendo que las fronteras permanezcan abiertas. Todo son promesas de países extranjeros. Pero sabemos por experiencia que luego se incumplen. Los fondos que sí llegan son los que recaudamos de empresarios y asociaciones del mundo árabe y musulmán”, explica Al Baz, que se ufana de la resistencia ofrecida por las milicias y de que el Gobierno siga en pie.

Podrá Hamás negociar, practicar concesiones, pero no renunciará a la victoria que le otorgaron las urnas en 2006 y que le aupó al Gobierno tras una participación electoral a la que Israel dio el visto bueno. Pocos aventuraron el triunfo islamista, que propició el bloqueo que nunca dejó de agravarse. Durante la guerra, el Ejecutivo israelí prohibió incluso la entrada de periodistas extranjeros y diplomáticos en Gaza. Egipto se sumó a la censura. Sólo una vez concluida, pudo cruzarse por el paso egipcio de Rafah. Ya en el lado palestino, el pasaporte es estampado, por primera vez en varios años, con el sello palestino. Tramitaron el documento funcionarios del Gobierno islamista. No harán dejación de funciones. Nunca en los tres últimos años se han visto tantas banderas verdes ondeando. “Vamos a salir de la profundidad del bloqueo”, reza una pancarta firmada por Hamás colocada en una de las principales avenidas de la capital. Las enseñas del movimiento islamista cuelgan de miles de farolas. Porque para eso sirven las farolas, siempre apagadas. Hamás dice así a los ciudadanos de Gaza, partidarios y detractores: “Aquí estamos”. En las carreteras próximas a la frontera, ahora sin asfalto, también penden de los postes: un mensaje para Israel.

La desesperación se mezcla con un orgullo y una dignidad nunca ajenos a las arraigadas creencias religiosas. No se verán en medio de semejante miseria manos extendidas pidiendo limosna, un fenómeno impropio de Gaza, donde las redes eléctricas, de desagües y los sistemas de suministro de agua no son dignos de tal nombre. A lo sumo, los chavales, con frecuencia descalzos, casi siempre sucios, venden paquetes de chicles por un par de shekels (40 céntimos de euro). Una estampa habitual: hombres sentados en sillas de plástico a las puertas de sus casas o talleres. Carece de sentido contabilizar a los desempleados. Sería más sencillo contar las personas que trabajan. Hay gazauis que emigrarían, aunque sólo fuera hasta que capeara un temporal que amenaza siempre con nuevas réplicas. Aunque también, en plena contienda, cientos de personas cruzaron el paso de Rafah, entre Gaza y Egipto, para vivir la tragedia con sus familiares.

Hajed Abu Awad, de 24 años, vive en Bait Lahia, en una casa muy amplia y luminosa. “Iba a estudiar un máster en sanidad pública en la Universidad de Estocolmo. Tenía una beca para comenzar a mediados del año pasado y me dieron un visado para hacer una entrevista. Pero el gobierno israelí me prohibió la salida”. Todo joven es sospechoso. “Podría haber cruzado por los túneles de Rafah, pero me habrían detenido en el aeropuerto de El Cairo. ¿Sabe? En los túneles no estampan los pasaportes”, sonríe. El visado expiró y el semestre de estudios ha terminado. Trabaja por unos 400 euros al mes en un hospital. “Estoy deprimido”, asegura Hajed. “La gente ha perdido la ambición por conseguir la paz y no piensa en el mañana. No hay esperanza en el futuro, no se puede ser optimista porque la situación no va a mejorar pronto. Vivimos al día. Pero nunca abandonaría Gaza. Sólo marcharía para estudiar, porque aquí, sin guerras, se podría vivir muy bien”.

En Gaza a menudo se adivina la filiación política de los hombres —entre las mujeres, de atuendo uniforme, es imposible— nada más ver su vestimenta, su peinado, su presencia, sus modos o su barba. Hajed no se amolda al patrón del fiel seguidor de Hamás. No lo es. “Creo”, asegura, “que si Hamás hubiera podido romper el bloqueo sin cohetes, lo habría intentado. Pero no se lo permitieron. El asedio comenzó inmediatamente después de vencer en las elecciones. ¿Qué podían hacer? Nos cercan, nos matan y nos exigen que nos quedemos quietos. No tenían alternativa”.

Ni había escapatoria de la ratonera durante una guerra de la que los civiles no pudieron huir. Los pobres, naturalmente, se llevaron el palo más duro. Pero nadie ha estado libre del cerco que ha convertido a Gaza en un gueto donde las colas para comprar gas o recibir alimentos de UNRWA son a menudo muy largas. Rashad Abed Rabbo es una de las víctimas del castigo colectivo israelí. A la luz de las velas tras el consabido apagón, o, mejor dicho, tras disfrutar de un par de horas de corriente, explica los avatares de un empresario próspero —sus dos hijos estudian en un colegio privado que cuesta 2 000 euros al año, una fortuna en la franja— que observa impotente el hundimiento irremisible de su negocio. “Me iba muy bien. Importaba productos desde Rusia y Turquía y los vendía también en Israel. Desde que Hamás ganó las elecciones no puedo importar casi nada. Tenemos prohibido comprar 270 artículos: herramientas de construcción, productos de limpieza, coches, recambios de automóviles, hierro, aluminio, cables, componentes eléctricos… Hasta vasos. Tengo contenedores de vasos en el puerto israelí de Ashdod bloqueados desde hace tres años. Los consideran artículos de lujo. Es ridículo. Ahora compro a empresas israelíes que antes eran mis clientes”.

Rashad disponía de cinco furgonetas y 21 empleados. Hoy, cinco trabajadores y un vehículo. Sus ventas se han desplomado 80%. Puede adquirir (a empresas israelíes, claro está) 22 productos que no pueden ir empaquetados. Sólo un par de veces al mes y un máximo de 30 toneladas, como el resto de los 400 comerciantes registrados. “El material debe verse a simple vista para su inspección: latas de conserva, papel higiénico, azúcar, leche, harina…”. No es este comerciante uno de esos milicianos imbuidos en el deber de una misión sagrada y prestos a afrontar la muerte. Nada de convertirse en un shahid (mártir). Admite ser un privilegiado en su entorno calamitoso. Y echa pestes de Israel, de la Autoridad Palestina y de Hamás. “Es un triángulo perverso. Israel, Hamás y la Autoridad Palestina manejan tres raquetas. Y nosotros, la gente, somos la pelota. En Gaza hay gran capacidad para soportar estas situaciones, y sabemos que habrá otro partido de tenis. No sé cuándo, pero lo jugarán”.

La guerra dejará una profunda marca en los gazauis. El psicólogo Fadel Abu Hein explica unas estadísticas reveladoras: 62% de la población estuvo expuesta a las bombas de la aviación israelí y 74% aguardaba la muerte en cualquier momento. Dormir era una odisea; los niños pequeños, que se negaban a acostarse separados de sus padres, se orinaban en la cama; la carencia de alimentos, agua y medicinas afectó a porcentajes enormes de los gazauis; la ansiedad se disparó; 90% de los niños la padece… Pero lo más grave son los efectos venideros. “Las heridas físicas”, explica Abu Hein, “pueden curarse, pero los daños psicológicos duran para siempre. Muchos niños vieron cómo sus casas eran demolidas con sus familiares dentro”.

“En la primera Intifada, en 1987, el ministro de Defensa, Isaac Rabin, dijo que había que romper los brazos y piernas de los jóvenes manifestantes. Esa generación es la que ahora lanza cohetes y la que se convirtió en suicidas. Esta guerra ha forjado un ejército que tratará de destruir a Israel. No habrá espacio para la paz en sus mentes. Verá, los judíos sufrieron enormemente durante el Holocausto, y por ello todavía se sienten inseguros y son así de agresivos. Lo mismo sucederá con nuestros niños. Han visto cómo sacaban a sus padres de los escombros. ¿Qué futuro van a tener?”.

Almaza Samuni es una niña de 13 años con un porvenir más que sombrío. Es superviviente de una familia diezmada. Veintinueve muertos. En el barrio de Zeitun, en el este de la ciudad de Gaza, Almaza se sentaba al sol de finales de enero con su padre, Ibrahim, y alguno de sus hermanos heridos leves. Gallinas y pollos despanzurrados se mezclan entre los escombros, los parapetos de arena, y en los surcos dibujados por los tanques y blindados. Ibrahim —45 años, aunque aparenta muchos más— vio fallecer a su esposa y a cuatro de sus 10 hijos. Almaza dice: “He visto morir a mis hermanos. Uno salió a recoger leña y lo mataron. Nadie hace nada por nosotros. Así es nuestra vida”. Los cultivos de verduras de Ibrahim son un revoltijo. “No somos de Hamás. Aquí no había combatientes. No encontraron a nadie y mataron por venganza”.

Sólo en 2008, antes de la guerra, murieron 455 personas en Cisjordania y Gaza. Y recuerdan a los 10 000 encarcelados en Israel. Hablan del Guantánamo israelí. Porque el ejército mantenía recluidas a finales del año pasado a 548 personas sin cargos. Lo llaman detención administrativa. Algunos han permanecido más de cuatro años entre rejas. Sin juicio. Dos adolescentes de Belén llevan ya varios meses presas. La expansión de las colonias judías, el expolio de tierras de propiedad privada y las detenciones de jóvenes en Cisjordania son parte de la vida cotidiana. “Para un occidental que no ha padecido la ocupación”, lamenta Hajed, el aspirante a becario en una Suecia que no le acogerá, “es muy difícil entender todo esto”.

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ERASED: WIPE OFF THE MAP (BORRADOS DEL MAPA)
Vínculo al avance de la película


Http://wipeoffthemap.com/erased_spanish.html

Ficha catalografíca del film:
Título: Erased, wipe off the map
Produccion: C.I. Comunicación
Formato: betacam digital
Duracion: 55´
Idioma: v.o. inglés / árabe
Direccion: Alberto Arce - Miguel Llorens
Montaje: Olaf González
Produccion ejecutiva: Christian Sebastián - José Carlos Díaz.

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