LAS VOCES LEGÍTIMAS
Esta semana, el servicio de noticias ISA reúne las voces de cuatro secretarios del gabinete lopezobradorista: Bernardo Bátiz, secretario de Justicia y Seguridad; Luis Linares, secretario de Desarrollo Económico y Ecología; Mario Di Costanzo, secretario de la Hacienda Pública, y José Agustín Ortiz Pinchetti, secretario de Relaciones Políticas. El primero se interroga: ¿qué nos queda para preservar la esperanza?, después de dilapidada la que en 2000 surgió con el primer gobierno no priista del siglo que terminaba. Su respuesta se dirige a la organización y multiplicación de fuerzas que los de abajo logren acopiar, lideradas por López Obrador. Es la misma conclusión a la que llega su colega de gabinete, Ortiz Pinchetti, quien a la luz de los recorridos que en su calidad de secretario lopezobradorista ha hecho por decenas de humildes pueblos mexicanos, el México profundo, concluye que a pesar de todas las desilusiones pasadas, esa gente está muy dispuesta a seguir el llamado a la organización que el político tabasqueño ha dirigido y promueve.
Luis Linares y Mario Di Costanzo diseccionan la política calderonista y enumeran en larga lista los déficits del desgobierno. El primero lo hace a partir de repasar el cúmulo de fardos con que carga Felipe Calderón y que le impiden alcanzar la ansiada normalidad política, económica y social; el segundo, recapitula la serie de agravios de toda índole que el calderonismo ha impuesto a la mayoría de los mexicanos y que tendrían que ser el insumo de un informe objetivo del estado de la Nación.
A los funcionarios lopezobradoristas sumamos en el grupo de voces legítimas de esta semana tres más. Rogelio Ramírez de la O, asesor en materia económica del gobierno legítimo, analiza los nubarrones negros que sobre la economía mundial se despliegan, así como sus repercusiones en la frágil economía mexicana. Gilberto López y Rivas traza el perfil de un Ejecutivo encerrado en sí mismo, autista, volcado en el uso de la fuerza para acallar a quienes no ven lo mismo que él. Por último, Luis Javier Garrido califica las elecciones locales en Oaxaca, Baja California y Aguascalientes de una operación de Estado. La alianza PRI-PAN borró las diferencias de fondo entre ambos, y los conflictos en el interior de cada uno de ellos se resuelven como las disputas en un matrimonio, en especial por el papel arbitral de Salinas, quien actúa como padrino sobre las mafias.
Las palabras son de ellos; el resumen, responsabilidad del servicio de noticias ISA.
Bernardo Bátiz V. Preservar la esperanza (La Jornada). Cuando en política todo parece inútil y siniestro, vacuo y errabundo, necesitamos una guía que nos devuelva la confianza en ésta, que debiera ser la más noble actividad humana, confianza que ha disminuido rápida y lamentablemente. En el 2000, después de las elecciones parecía que se abría un ancho camino para que México avanzara por la democracia y la justicia. El PRI después de 70 años fue derrotado en las elecciones federales y llegó el gobierno de un presidente con imagen de hombre sencillo y dicharachero que presumía de ser ranchero, católico, un ciudadano distinto a los que tradicionalmente habían ocupado cargos públicos de alto nivel.
Nadie, esperaba, ni siquiera él, que la ambición de su cónyuge, su deseo de figurar y deslumbrar, y su propia torpeza y debilidad, lo llevarían a partir de entonces cada vez más abajo en el afecto y reconocimiento que alguna vez le llegó a tener el pueblo de México. Por el lado federal la esperanza quedó hecha añicos.
Se mantuvo en cambio, la que encarnó AMLO en el GDF, ésa no defraudó a sus gobernados. Inició con 20 “bandos” que expidió en los primeros 20 días de su gestión. Demostró que era un gobernante diferente, alejado de la petulancia que caracterizó durante años a la clase política del país, no aspiraba ni a hacer grandes negocios en provecho propio, ni a figurar en los círculos sociales distinguidos, ni a codearse con potentados y millonarios; cuando tuvo que tratarlos, lo hizo con la dignidad que su cargo le confería. Ante la comparación que se tenía que hacer entre los dos políticos más destacados del país, la figura de AMLO fue consolidándose y creciendo y la de Fox empequeñeciéndose, lo que motivó primero el intento de venganza a través del desafuero y después la zancadilla tramposa y ruin para que no fuera reconocido como el triunfador de las elecciones federales pasadas.
Así estamos ahora, en medio de una pobreza política e ideológica generalizada, asombrados ante la mezcla confusa de panistas y priístas; consternados ante el ascenso a los primeros planos del poder de personajes que debieran estar en las listas de los criminales más buscados del país y ante una política de arreglos y componendas, lo mismo en el Poder Ejecutivo que en el Legislativo o el Judicial, en todos los casos salvo algunas, cada vez más escasas, excepciones. ¿Qué nos queda para preservar la esperanza? Creo que mucho, pero, como bien señala AMLO, menos de la clase política, y más desde la gente, de las bases populares que se indignaron con el fraude electoral, que iniciaron sin dilación, la formación de grupos, comités, pequeñas asociaciones de base, redes para el cambio.
La respuesta parece obvia, si bien no fácil: hay que reanudar el viejo camino recorrido otras veces, gracias al cual se han dado grandes cambios en este país; primero: que no nos gane el desánimo; segundo: fe en la gente, en su sabiduría, en su espíritu de lucha y sacrificio; tercero: organización para la acción eficaz, pero no pensando en que otros (nosotros incluidos en ese “otros”) van a organizar a la gente; serán sin duda ellos, de abajo hacia arriba, los que formen sus propios grupos de acción y adopten sus propios procedimientos. Con decisión y ánimo se logra lo que se vislumbra como posible: un gobierno que atienda especialmente a los más necesitados, a los marginados, que busque la libertad, el orden y la justicia social.
José Agustín Ortíz Pinchetti. Carta desde el México profundo (La Jornada). Amigo lector: regreso de la primera gira para estimular la credencialización del movimiento de AMLO en la sierra norte de Puebla. Después de tantas frustraciones, traiciones y calumnias, esta experiencia me ha resultado vivificante y quiero compartirla contigo. Hemos visitado nueve poblaciones (entre otras Zacatlán, Huauchinango, Xicotepec, Pauatlán, Ahuacatlán, etc.) en las crestas de la Sierra Madre Oriental. La región entera fue por décadas cantera de votos priístas. La nuestra coincide con las giras de los colaboradores de AMLO a distintas regiones del país. Empezamos a organizar las masas de ciudadanos obradoristas que, según nuestros registros, rebasan el millón 200 mil. En casi todas las ciudades y pueblos de la zona, AMLO barrió en las elecciones presidenciales. Y ahora en cada población que visitamos hay gente dispuesta a organizarse en comités de apoyo para acelerar la credencialización.
Nos asombra el entusiasmo intacto de esta gente, a pesar de la falta de información y a la campaña negra. Este es el México profundo. Lo que me dicen mis compañeros que han ido a otras regiones es lo mismo: indicios de un cambio dramático en la forma en que los mexicanos se enfrentan al poder. Hace 20 años parecía imposible la modernización democrática. En la sierra hemos formado en unas cuantas horas 29 comités municipales. Creen en AMLO. Lo perciben como un líder congruente, limpio y eficaz. En alguna forma encarna una esperanza de mejoría. No hay ningún indicio de una voluntad violenta o devoción mesiánica. La gente no pide ni candidaturas ni despensas. Ofrecemos y aceptan trabajo duro y dignidad para quienes quieran acompañarnos. Surgen entre ellos muchas personalidades que serán líderes en el futuro.
Cuando regreso a la capital y escribo esta nota, no puedo dejar de sentir el contraste. En los círculos de la academia y la política donde nos movemos, la atmósfera es densa y pesimista, que brota de las especulaciones de los periódicos. Allá en la sierra parece surgir una voluntad de cambio madura, consciente, conmovedora. Algunos me han preguntado si yo creo que el PRD y los demás partidos pueden ver nuestro trabajo como amenaza para ellos. No lo creo. Creo en la confluencia de este enorme movimiento que empieza a levantarse con las estructuras de los partidos. Esperamos que opere la vieja sabiduría que nos enseña que en política hay que sumar y multiplicar y jamás restar ni dividir.
Luis Linares Zapata. La ansiada normalidad (La Jornada). El esfuerzo de cierta crítica que se expresa en medios por asentar la normalidad del gobierno de Calderón es notable.
Sin recato alguno, Jorge Castañeda reclama para sí mismo la autoría de la guerra sucia pasada, que tantas heridas causó al cuerpo social de la nación. Todo se vale, incluso la eliminación del rival, implicaba su publicitado dicho. Ante la feroz reacción en contra, el güero, ya reacomodado en la academia, reculó. Pasado un conveniente intervalo de tiempo le aumentó un calificativo: todo se vale, dentro de la legalidad. La realidad que envolvió la campaña de 2006, sin embargo, cayó muy lejos de esos límites marcados en la ley. La participación de su ex jefe, el rencoroso ranchero Fox, no cumplió esa restricción. Su campaña publicitaria incidió, de manera descarada, en una rampante ilegalidad, tanto por sus contenidos como por su desorbitado financiamiento con cargo a los haberes públicos. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en sus deshonestos alegatos, que desembocaron en el tristemente famoso dictamen administrativo político (en lugar de la debida sentencia) no pudo menos que reconocerlo. A pesar de ello, las consecuencias de tan flagrantes violaciones foxianas quedaron flotando entre la nada y la impunidad.
Aún más para allá de ese episodio propagandístico, que sin duda ayudó a Calderón, hay que recordar otras acciones, todavía más delincuenciales de Fox y que lo colocan como un auténtico traidor a la democracia: los acuerdos para el fraude final orquestado. Pasan aquí lista de presencia, tanto la profesora Gordillo, como los varios gobernadores priístas (Espino dixit). Este fue, ya no hay duda, el real ingrediente del “triunfo de Calderón” y el referente preciso de la venganza de Fox. Los pelos y las señales están ahí para el que quiera verlos. Los que ya son innegables, por groseros y onerosos, son los pagos de las pasadas y malformadas colaboraciones, cuyas facturas se van pasando a cobro ante los atónitos ojos de los mexicanos. La profesora hace gala inusitada de ello, pero no es la única: atrás vienen los demás con sus cuchillos bien afilados para cortar profundo en la carne del erario nacional. Ganar como sea o, según dicho calderoniano afirma: aiga sido como aiga sido, son dos versiones idénticas del mismo despropósito. Tal ruta, revestida de pragmatismo, conduce a excesos peores: la incapacidad de ejercer un gobierno actuante, eficaz y, sobre todo, benéfico para los ciudadanos. Esta ingobernabilidad, por falta de resultados, errores, omisiones y desvíos, es la prueba de que la conducta de un gobernante, así guiada, conduce a una Presidencia sitiada por aquellos participantes en la serie de complicidades y malformaciones permitidas con el señuelo de lograr el triunfo.
¿De qué manera puede Calderón librarse de un Fox protector de familiares, derrochador y frívolo? ¿Cómo hacer a un lado a los espinosos yunqueros que exigen cotos y prebendas? ¿Cómo situar a los empresarios que lo financiaron para que cumplan con la labor que tienen por delante y no perpetúen los privilegios indebidos de los que gozan? ¿Cómo deslindarse de sátrapas de bolsillo, como Ulises Ruiz o el góber precioso y facilitar la labor de la justicia en lugar de darles cariño y protección, aun a costa del desprestigio mundial? (Amnistía Internacional) ¿Cómo negociar de manera eficaz una reforma hacendaria si el PRI (en su versión decadente) lo tiene cercado? La cuenta de toda esta gobernanza, al mero estilo liberal, la están pagando los mexicanos de abajo y los clasemedieros que ven agotadas las salidas a sus limitaciones y falta de oportunidades. La división entre los mexicanos lejos de sanar se endurece. Así lo apuntan diversas encuestas y, lo más importante, así se palpa en todo el ancho México de las dolencias acumuladas. No hay más delirio que la ansiedad de cierta crítica por salvar una administración que no da muestras de habilidad, que se achica ante la adversidad y acentúa la ineficiencia de su operación cotidiana y, por si fuera poco, extravía el rumbo a seguir.
Mario Di Costanzo. Primero de septiembre: lo que la gente quiere saber (La Jornada). El artículo 69 de nuestra Constitución establece que: “a la apertura de sesiones ordinarias del primer periodo del Congreso asistirá el Presidente de la República y presentará un informe por escrito, en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país” y, tal y como viene sucediendo desde hace varios años, a tan sólo unos pocos días de que llegue ese plazo fatal, los legisladores han iniciado la batalla por dirimir al formato. Los diputados buscan “consensuar” un formato que satisfaga a todos los grupos políticos. Se están discutiendo propuestas que incluyen desde el viejo y caduco formato que apoyaron los regímenes priístas y que terminaba siendo el “día del presidente con todo y el besamanos”, hasta la hecha por el propio Calderón, quien con tal de legitimarse ha ofrecido entrar a un debate con los propios legisladores.
Lo único que está claro es que todas estas propuestas tienen dos cosas en común; la primera, que ninguna de ellas se apega al mandato constitucional y, la segunda, que ninguna que el informe responda a la gente lo que verdaderamente quiere saber. Los ciudadanos conocen cuál es el estado que guarda la administración pública del país: los campesinos conocen los estragos que les ha causado el TLCAN. Las amas de casa se han dado cuenta cómo se han incrementado los precios de los alimentos y cómo cada día el dinero les alcanza menos. Por su parte, los pequeños y medianos empresarios se han dado cuenta de la existencia de monopolios que les impiden crecer y ser competitivos, los asalariados han visto que gracias a los paraísos fiscales, las grandes empresas pagan menos impuestos que muchos de ellos. Los estudiantes ya saben que mientras que las universidades públicas no tienen suficientes espacios para que ellos puedan cursar una carrera, los banqueros cobran a través del IPAB miles de millones de pesos provenientes del gobierno, gracias al Fobaproa.
Los desempleados ya saben que el autollamado “presidente del empleo” presentó una reforma fiscal que va a provocar que exista más desempleo y los obreros también saben que con la reforma fiscal pagarán más impuestos y la gasolina costará más, y conocen muy bien que el secretario de Hacienda cobra un salario mensual cien veces mayor al que ellos cobran. Los trabajadores y pensionados del IMSS se han dado cuenta que sus pensiones no les alcanzan y que, contrario a lo que hace 10 años les dijeron, la reforma del IMSS de nada ha servido. Por su parte, los trabajadores del ISSSTE ya saben perfectamente que Elba Esther Gordillo y Joel Ayala se vendieron y que la reforma del ISSSTE no servirá y los empobrecerá más. Los industriales ya saben que el gobierno no invierte en infraestructura productiva porque su gasto superfluo sigue creciendo a tasas insostenibles. Mientras tanto, Pemex no puede incrementar su producción, exploración y refinación de energéticos y petroquímicos, porque tiene que darle todos sus ingresos al gobierno, ya que las grandes empresas no pagan impuestos.
Por ello, los ciudadanos quieren saber qué se ha hecho verdaderamente para resolver estas tremendas inequidades que ya son más bien injusticias. La gente quiere saber por qué razón, Calderón ha mantenido las políticas económicas que han hundido a la nación en la desigualdad y la pobreza, en el atraso productivo y competitivo, en el dogmatismo neoliberal, “qué ha hecho que rebase a la derecha, por la derecha”. Finalmente, lo que quiere Calderón es un debate a “modo” con diputados para ganar la legitimidad que perdió el 2 de julio de 2006. Sin embargo, sus asesores y él vuelven a estar equivocados, ya que unos cuantos diputados no pueden subsanar lo que piensan y viven día tras día millones de mexicanos.
Gilberto López y Rivas. El autismo político de Felipe Calderón (La Jornada). El autismo o aislamiento patológico del individuo que se encierra en sí mismo con pérdida de contacto con la realidad parece caracterizar a Calderón, quien desde la presidencia ilegítima es incapaz de escuchar el clamor de amplios sectores de la sociedad que se encuentran sumamente preocupados por la marcha del país hacia el despeñadero.
Organismos internacionales como Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos han observado puntualmente la naturaleza represiva del gobierno federal y de los estados, de las fuerzas armadas y policiales; de la impunidad con la que se violentan los derechos humanos en México. El deterioro de las instituciones encargadas de la administración de justicia obliga incluso a la instalación del Tribunal de Justicia Popular Nacional que recientemente consideró que “el Estado mexicano ha abandonado el principio constitucional fundacional de que todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste y se ha olvidado de que la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo y ha generado una política de criminalización de las luchas sociales y de persecución, hostigamiento, represión brutal, hasta la tortura, el asesinato político, la desaparición forzada, violentado en todos los casos el conjunto de las garantías individuales del pueblo, frente al abandono, indolencia, incapacidad y complicidad del Estado en sus tres niveles de gobierno: federal, estatal y municipal y los tres poderes de la Unión, Ejecutivo, Legislativo y Judicial”.
El tribunal inició su juicio recibiendo denuncias y pruebas que imputan a quienes han fungido y fungen como servidores públicos, encabezados por Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, Ulises Ruiz Ortiz, Enrique Peña Nieto, Mario Marín –entre otros–, de la comisión de delitos diversos: ordenar y propiciar ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada de personas, aplicación de tortura en forma sistemática a todos los detenidos en diversos movimientos sociales, en particular San Salvador Atenco y Oaxaca; ataques a la integridad corporal y a la salud de grupos nacionales, particularmente pueblos indios y niños (genocidio), ordenar y propiciar lesiones, violación sexual, robo, allanamiento de morada, delincuencia organizada y ejercicio indebido de la función pública.
La Coordinadora Regional de las Autoridades Comunitarias de la Montaña y Costa Chica de Guerrero y el Comité Ejecutivo de la Policía Comunitaria, por ejemplo, denuncian la detención ilegal y violenta de pobladores con cargos comunitarios por parte de las autoridades ministeriales y judiciales de ese estado. De San Isidrio Aloapan, Oaxaca, ejemplo de lucha en defensa del bosque y de la autonomía indígena, se demanda la libertad de los presos políticos detenidos injustamente el 18 de junio. En Morelos, los pueblos se levantan para detener el avance inmobiliario que pretende secuestrar el agua y depreda otros recursos naturales de la entidad, con el apoyo incondicional del gobierno del PAN. El EPR sigue insistiendo en la presentación con vida de sus dos militantes: Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez y por la libertad de todos los presos políticos y de conciencia.
Por otro lado, del 19 al 21 de agosto Felipe Calderón, George W. Bush y Stephen Harper se reunirán en Montebello, Canadá, para impulsar medidas de seguridad en el marco de ASPAN, lo que en los hechos significará el incremento de acciones y la reforma de los marcos jurídicos para controlar y eliminar a los movimientos sociales que se oponen al saqueo de nuestros recursos naturales y estratégicos para beneficio de las corporaciones capitalistas. México es un país de profundidades en la radicalidad de sus procesos sociales. No se trata de un determinismo histórico, sino de características propias de un pueblo que acumula agravios y responde con movimientos de largo aliento. Sólo que el grupo en el poder no sabe ni le interesa la historia ni su proyección en el futuro. Su ignorancia va a la par de su vocación autoritaria, explotadora y entreguista a los intereses de Estados Unidos.
Luis Javier Garrido. El matrimonio (La Jornada). Las elecciones locales en Oaxaca, Baja California y Aguascalientes se están tornando cada vez más en una operación de Estado. La “alianza histórica” PRI-PAN, y que ahora sostiene a Calderón, ha entrañado un deterioro sin precedentes de la vida pública, no se recuerda otro momento de nuestra historia en el que la “clase política” haya actuado con tanta prepotencia e impunidad. La candidatura Jorge Hank Rhon no fue aceptada por la cúpula priísta, es decir, por Carlos Salinas de Gortari y su testaferra Beatriz Paredes, y en consecuencia ellos pactaron su derrota. El reclamo airado del PRI de Baja California contra la brutal “campaña negra” que llevaron a cabo los gobiernos federal y local, y que según afirman los legisladores del PRI recuerda “el modelo de linchamiento mediático” y de utilización de recursos públicos para desprestigiar al opositor de 2006, no tiene, sin embargo, posibilidad alguna, olvidan que este esquema lo avalaron ellos precisamente el año pasado.
Las elecciones de Baja California se caracterizaron por la ilegalidad en que se dieron los procesos que culminaron por el enfrentamiento de dos ejércitos de mapaches, y en particular por la participación determinante del SNTE y del Panal, entre los que había 800 expertos en “fraude electoral”, acaudillados por Elba Esther Gordillo, quien en nombre del gobierno de facto, tuvieron un papel clave en la imposición del candidato del PAN, lo que en vano varios medios tratan de minimizar para hacer menos evidente el enorme compromiso que Calderón tiene con ella. Las relaciones PRI-PAN se sustentan en una paradoja, pues mientras en las confrontaciones electorales las bases de uno y otro buscan no nada más vencer a su oponente, sino destruirlo, en la cúpula del poder los dirigentes reales de esas dos facciones que se reparten el poder tienen una relación estable que les permite negociar condiciones y resultados de las elecciones.
Las diferencias de fondo entre PAN y PRI son ya inexistentes, tanto en las formas de hacer política como en las tesis que sostienen, y a pesar de que la coexistencia de grupos y corrientes en el interior de los dos partidos suele generar conflictos, éstos se resuelven sin un costo mayor, como las disputas menores en un matrimonio de conveniencia, en especial por el papel arbitral de Salinas, quien actúa como un verdadero padrino sobre las mafias. ¿A quién puede sorprenderle que en Aguascalientes, el PAN local haya postulado a un priísta y que los priístas lo hayan respaldado? ¿Qué, no estaba hace algunos meses, el propio Manuel Espino repartiendo en Chiapas propaganda del PRI? ¿O que no fue el propio Calderón, quien avaló el triunfo de la priísta Ivonne Ortega en Yucatán a cambio del respaldo legislativo de los priístas?
En lo programático los dos partidos se han sometido por completo a las tesis de los poderes trasnacionales y están decididos a destruir lo que queda del Estado surgido de la Revolución. La relación de entendimiento entre los grupos delincuenciales que se han apoderado de las dirigencias del PRI y el PAN no se va a terminar por diferendos ideológicos o electorales, pues unos y otros están obligados a coexistir para salvaguardar sus intereses económicos, al menos hasta que la lucha soterrada que llevan a cabo para destruir a su contraparte se resuelva por la extinción del PRI o la debacle del PAN, y como esto no es previsible en un corto plazo, la única vía para expulsar a estos grupos del poder es la que viene de abajo: desde el poder del pueblo. ¿A quién puede sorprender el elevado abstencionismo en las elecciones de Oaxaca, que no hace más que reiterar el repudio del pueblo al marco electoral creado por una oligarquía que no respeta la legalidad del país?
Rogelio Ramírez de la O. Difícil prueba externa (El Universal). El calibre de los gobiernos se mide en las guerras y en las recesiones. Cambios económicos mundiales como los de hoy son oportunidad para que los gobiernos visionarios se afirmen o para que los gobiernos débiles se muestren como son. Estaba escrito que la burbuja de bienes raíces en EU reventaría. Hoy lo está haciendo y deja estragos en el costo del crédito, causa pérdidas de riqueza y eventualmente golpeará el crecimiento. De ahí que esperemos mayor proteccionismo, para empezar, contra la emigración mexicana y las importaciones chinas. El fin de un ciclo de abundante liquidez no viene solo; siempre coincide con nuevos paradigmas. La encuesta FT/Harris recientemente mostró que en EU, Francia, España y el Reino Unido es tres veces más frecuente la opinión de que la globalización tuvo efectos negativos que la opinión contraria. En Francia, Alemania y España la mayoría desea que los líderes políticos intervengan más en la economía. Hay un clamor por que los ricos paguen más impuestos.
El nuevo gobierno francés, y especialmente su presidente, Nicolas Sarkozy, entendió muy bien este cambio. Aunque algunas de sus propuestas hoy suenen agresivas o descabelladas, en realidad están bien ubicadas en el nuevo tono populista y nacionalista de remedios directos a problemas concretos, que será la línea predominante. Para juzgar estos remedios y su capacidad de superar problemas en un nuevo ciclo de bajo crecimiento hay que estar libres de juicios de valor, en especial sobre las propuestas económicas. Los académicos y teóricos pueden escandalizarse por el cambio de tono hacia mayor intervencionismo estatal. Pero serán la inversión y el crecimiento los jueces finales.
La estrategia económica mexicana no ha cambiado desde principios de los 90 y el nuevo ciclo la contradice en muchos sentidos. Las reglas que sigue son las mismas que cuando gobernaba Carlos Salinas. La retórica es la misma, pero la capacidad de ejecución y de control de resultados es muy inferior. Para confirmar esto basta recordar que México ofreció a sus socios en el TLCAN energía barata, impuestos bajos y salarios bajos. Hoy la energía se encareció, China ofreció salarios aún más bajos y los impuestos bajos sólo se han mantenido a costa de descapitalizar a Pemex. Lo que va a funcionar a futuro no es otro acuerdo de libre comercio, ni siquiera profundizar el TLCAN. Los grandes intereses económicos de EU ni siquiera se están ocupando de México y los intereses políticos sólo lo hacen marginalmente, por la irritación que les causan las drogas y la migración.
Como el gobierno no aprovechó el impulso positivo del TLCAN entre 1993 y 2003 para crear nuevas bases de crecimiento a futuro, hoy faltan los resortes para encauzar las energías creativas de la economía y de sus agentes hacia nuevas tareas de envergadura. Los problemas que impidieron aprovechar bien el TLCAN en gran medida fueron generados por el gobierno: falta de mayor valor agregado en la producción, monopolios, mala regulación en sectores clave, mala educación, administración obesa y corrupción. Para un liderazgo nacional visionario sería obvio que si ataca estos problemas resuelve una gran interrogante sobre el crecimiento futuro y por definición mejora el clima económico y la confianza. Pero no es claro que estén en su verdadera agenda de gobierno ni que vayan a recibir las soluciones firmes y radicales que requieren.
Es probable que cuando menos en varios temas el gobierno opte por soluciones aparentes que inicialmente generan buenas expectativas, pero más tarde se desinflan por carecer de base firme. Aunque Fox siguió ese camino, imitarlo sería no sólo un gran error, sino también un gran riesgo para la estabilidad en un clima internacional que será desfavorable. Pemex sigue siendo no sólo una gran oportunidad aún desperdiciada, sino un gran dolor de cabeza por las enormes deudas que tiene que pagar en los próximos años y la caída de reservas y de producción de petróleo. A pesar de que fortalecerlo resolvería muchos problemas de oferta y de seguridad a la inversión, lo irónico es que siga desatendido. Lo desfavorable del nuevo entorno externo cuando menos nos brinda la oportunidad de tener esta prueba pronto. Hay una oportunidad, pero se reserva su derecho de admisión a los visionarios.
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