lunes, 12 de noviembre de 2007

Urgente un programa integral de reactivación económica y de apoyo a los deudores en Tabasco, financiado con las reservas internacionales

Ciudad de México, 12 de noviembre de 2007
Servicio informativo núm. 257

Sumario:

I.
Urgente un programa integral de reactivación económica y de apoyo a los deudores en Tabasco, financiado con las reservas internacionales; la amnistía fiscal de nada servirá.

II. Edén destrozado, por José Luis Piñeyro.

III. Más evidencias de las causas de la inundación, por Antonio Gershenson.

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URGENTE UN PROGRAMA INTEGRAL DE REACTIVACIÓN ECONÓMICA Y DE APOYO A LOS DEUDORES EN TABASCO, FINANCIADO CON LAS RESERVAS INTERNACIONALES; LA AMNISTÍA FISCAL DE NADA SERVIRÁ


Mario Di Costanzo, secretario de la Hacienda Pública, y Laura Itzel Castillo, secretaria de Asentamientos Humanos y Vivienda del gobierno legítimo de México, declararon que “los anuncios de Felipe Calderón con respecto a los 7 mil millones de pesos en apoyos para la reconstrucción de Tabasco resultarán insuficientes”; por lo que los legisladores “deben aprobar el uso de cuando menos 5 mil millones de dólares de las reservas internacionales, de los más de 75 mil millones de dólares con los que actualmente se cuenta, para aplicar un verdadero programa integral de reconstrucción y reactivación económica, ya que los daños en la entidad podrían superar los 50 mil millones de pesos”.

“Aunado a lo anterior —señalaron— es urgente que los legisladores aprueben un programa de apoyo a deudores que, en primer lugar, evite el crecimiento que tendrá la cartera vencida de los habitantes y de las empresas, en su mayoría pequeñas y medianas, que se encuentran en dicha entidad federativa. Por ello, se debe promover un paquete de ayuda que necesariamente va a tener que incluir a todas las instituciones bancarias, al Fovissste, al Infonavit y a las demás instituciones dedicadas al financiamiento de la vivienda y de la actividad productiva para que de inmediato se aplique un periodo de gracia a los deudores de cuando menos 6 meses, que evite que los pagos que se tienen que hacer mensualmente y que por la situación en que se encuentran los habitantes y empresas de la entidad no puedan realizarse, se acumulen al capital y generen intereses sobre intereses”.

Los miembros del gabinete de gobierno de Andrés Manuel López Obrador indicaron que “pasado este plazo, será necesario que se lleven a cabo ‘quitas’ de capital de cuando menos 50% del valor de la deuda, ya que por la misma inundación muchas viviendas y construcciones tendrán que ser demolidas o quedarán inservibles, con lo que resultará muy injusto que las personas continúen pagando un crédito de una vivienda cuando ésta sea ya inhabitable. En esta parte, el Programa de Apoyo a deudores, deberá revisar el correcto funcionamiento de las aseguradoras para que éstas cumplan con lo estipulado en los contratos y no busquen eludir su responsabilidad, como suele suceder en la mayoría de estos casos”, afirmaron.

En el mismo tenor, los funcionarios lopezobradoristas indicaron que “el Programa de Reconstrucción y Reactivación Económica debe necesariamente incluir el replanteamiento del Programa Hidráulico de toda la zona (Chiapas, Tabasco, Veracruz y Oaxaca) y no sólo de Tabasco, debe considerar apoyos mediante créditos blandos a los sectores productivos y principalmente a la agricultura, y también la reconstrucción de caminos, escuelas, clínicas y hospitales, así como un programa de empleo emergente para la población”.

Di Costanzo y Castillo Juárez concluyeron señalando la importancia de atender eficaz y eficientemente esta situación, a riesgo de que “la región tarde varios años en reponerse de esta tragedia con la consecuente desaparición de miles de empleos y el empobrecimiento de la población de la entidad”.

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EDÉN DESTROZADO
por José Luis Piñeyro

(publicado el 10 de noviembre de 2007 en El Universal)

Las explicaciones sobre las causas de la tragedia provocada por las lluvias torrenciales en Tabasco y parte de Chiapas han sido de lo más extremas, desde quienes afirman que frente a los fenómenos naturales de gran magnitud no se puede hacer nada, pasando por aquellos que reconocen que medidas de prevención son posibles pero que en esa especie de pantano tabasqueño sus impactos son limitados, hasta los que afirman que la catástrofe responde al abandono histórico respecto de la construcción de obras hidráulicas por parte de los gobiernos estatal y federal.

Lo cierto es que si las autoridades hubieran tomado en cuenta los señalamientos que desde hace años hacen los especialistas sobre dos características mundiales de los desastres naturales, la catástrofe tabasqueña no tendría las proporciones actuales. Dichos rasgos son que inundaciones, sequías, tornados, huracanes o maremotos, entre otros fenómenos climáticos, son cada vez más frecuentes en el tiempo y amplios en el espacio territorial y, por tanto, más destructivos a la vida humana y animal y a los ecosistemas. Es una especie de creciente sincronización fatal temporal y espacial.

Sólo en Tabasco, su territorio está inundado en 80% y los afectados son más de un millón de personas ; se calcula en más de 70 mil las casas y edificios dañados, mil 200 escuelas afectadas, destrozos en la infraestructura carretera y portuaria, posibles epidemias y epizootias, pérdidas totales de pertenencias personales, daños sicológicos en la población, desabasto y encarecimiento de víveres y medicinas. Situación que puede prolongarse por semanas y hasta meses. Espacio y tiempo reflejan de manera nítida una situación socioeconómica y política preexistente de alto riesgo e irresponsabilidad gubernamental que el fenómeno meteorológico detonó y puso en crisis.

Posibles responsables son los ex gobernadores Roberto Madrazo y Manuel Andrade, y funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad, de la Comisión Nacional del Agua y de la Secretaría de Energía. Si se realiza una investigación objetiva que deslinde responsabilidades y aplique las sanciones correspondientes, ésta sería un impulso contundente a la estancada transición política democrática y a la pospuesta reforma del Estado. Mostraría que en México hay estadistas y no sólo gobernantes sexenales en el poder presidencial, Legislativo y Judicial o en las dirigencias de los partidos políticos.

Es muy improbable que la elite gobernante gane legitimidad con actos concretos y no con golpes de publicidad mediática y acusaciones mutuas. Los raquíticos 200 millones de pesos anunciados por Calderón para reactivar a la pequeña empresa, la “amnistía” fiscal provisional del IVA y otros impuestos, cuando debería ser cero impuestos como a las ganancias financieras y los más de 2 mil 650 millones de pesos gastados en promoción de su imagen, son un insulto al pueblo tabasqueño y de México. Es más improbable que la oligarquía económica muestre solidaridad social verdadera mediante un pacto regional de desarrollo económico que privilegie los intereses sociales sobre los privados en la reconstrucción de Tabasco. Ojalá Carlos Slim y otros multimillonarios dieran una muestra de patriotismo y nacionalismo que reclamó Calderón en su mensaje a la empobrecida población mexicana.

Los pobres en la paz como en la guerra son la carne de cañón de las irresponsabilidades y aventuras de las elites políticas y económicas. Nada nuevo bajo el sol. Lo paradójico de la tragedia tabasqueña es que se ha insistido en que hubo negligencia oficial tanto por el manejo de las instalaciones hidráulicas como de falta de construcciones suficientes de las mismas.

Empero, Salvador Briceño, director de la Oficina de Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de Naciones Unidas, recién reveló que “las inundaciones son uno de los peligros naturales más anunciados, esperados y fáciles de predecir, y sin embargo no se hace lo suficiente para preparar y proteger a los pobres, los más afectados por esos fenómenos; los pobres tienen menos posibilidades de adaptar sus condiciones de vida antes y después de las inundaciones, y con frecuencia se ven obligados por las circunstancias a vivir en zonas de alto riesgo” (La Jornada, 5/XI/07).

Por su parte, académicos de la UNAM, desde 2004, habían alertado en un estudio sobre el aumento en la altura del mar, el hundimiento de la región, la extracción de petróleo y gas, la construcción de presas, la erosión del suelo y la tala del bosque y selva; todo ello fue “un coctel que provocó que las inundaciones llegaran a niveles sin precedentes en Tabasco”. Situación riesgosa que no atendieron ni Pemex ni Conagua ni los gobiernos estatal y nacional (El Universal, 9/XI/07). Responsable no fue el cambio climático señalado por Calderón.

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MÁS EVIDENCIAS DE LAS CAUSAS DE LA INUNDACIÓN
Antonio Gershenson

(publicado el 11 de noviembre de 2007 en La Jornada)

Declaraciones de funcionarios y un documento del Colegio de Ingenieros Civiles de México agregan evidencias sobre las causas de la inundación en Tabasco, y en particular en su capital, Villahermosa, por donde cruza el río Grijalva, aunque a veces con otros nombres. También un documento oficial echa abajo elementos que fueron usados en discursos oficiales.

El boletín del Colegio de Ingenieros Civiles, que alega que no hubo ningún problema con el manejo de las presas de las hidroeléctricas, afirma haber obtenido los datos completos del asunto de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Y afirma que la cantidad de agua que salió de la presa Peñitas en los tres días más lluviosos fue de 600 millones de metros cúbicos. Fue cuando los boletines de la CFE decían que habían aumentado el flujo de agua de salida de la presa a mil 500 metros cúbicos por segundo, luego a 2 mil (es el máximo que reconocen), y después de un tiempo, otra vez a mil 500.

A partir de los 600 millones de metros cúbicos, podemos saber cuál fue el flujo real en esos tres días. Esos tres días tienen 72 horas. Al dividir la cantidad mencionada entre 72, tenemos un promedio de salida de agua de 8.33 millones de metros cúbicos. Los 60 minutos en una hora, y los 60 segundos en un minuto, nos dan 3 mil 600 segundos en una hora. Al dividir el flujo en una hora por 3 mil 600, obtenemos una cantidad de agua promedio saliendo de la presa de Peñitas, y rumbo a la zona de Villahermosa, de 2 mil 315 metros cúbicos por segundo. Y obviamente, este promedio no es una cantidad constante a lo largo de los tres días, en una situación tan accidentada con las lluvias y demás. Muy posiblemente haya habido flujos mayores. Pero aun en este caso, tanto los mil 500 como los 2 mil metros cúbicos por segundo son un dato falso, y la cantidad de agua fue mayor. Y luego que por qué el golpe de la cantidad de agua rompió diques, arrasó casas y demás.

Una forma gráfica de ver qué significan esos 600 millones de metros cúbicos que se vaciaron de la presa en tres días es que imaginemos una superficie de 10 kilómetros a lo largo del río Grijalva, y dos kilómetros hacia cada lado, o sea, cuatro kilómetros de ancho. Si hacemos las divisiones, nos resulta que esa cantidad de agua en esa superficie se traduce en 15 metros de profundidad del agua, que equivalen aproximadamente a la altura de un edificio de cinco pisos, que quedaría cubierto por ese líquido. Para que no anden queriendo minimizar esa cantidad.

Veíamos que esta situación pudo generarse por la subutilización de las plantas hidroeléctricas, que son de la CFE, junto con la compra masiva de electricidad a empresas extranjeras que la producen a partir del gas natural, parte de éste importado. En septiembre, Peñitas fue operada al 30 por ciento de su capacidad, y La Angostura, cuya presa es la que tiene más capacidad de almacenamiento, pero que estaba, al principio de estos días, a 94 por ciento de su capacidad, operó al 27 por ciento. Es más, las cuatro plantas hidroeléctricas del Grijalva habían generado 17 mil gigavatios hora en el año 2000, de enero a octubre, todavía sin plantas eléctricas privadas. En el mismo periodo de 2007 generaron ya sólo 8 mil gigavatios hora, poco menos de la mitad.

En cambio, las plantas privadas, que representan 22 por ciento de la capacidad de generación, venden a la CFE 31 por ciento de la energía eléctrica total que este organismo usa. Algunos privilegios de estas empresas, y problemas que mencionamos aquí, se reflejan en un documento de la propia CFE. Se trata del Programa de obras e inversiones del sector eléctrico 2007-2016. Lo editó la Subdirección de Programación de la Gerencia de Programación de Sistemas Eléctricos de ese organismo.

En el Apéndice A, en la sección A.8, primero se afirma que se debe reducir el nivel de La Angostura, entre otras razones para “enfrentar contingencias regionales mayores”, o sea que la lluvia no los agarró desprevenidos. En la misma sección se dice que en especial las PIE (plantas privadas) “restan flexibilidad de operación” de las hidroeléctricas, “ya que Angostura tiende a operar por arriba de sus niveles de seguridad, lo que repercute no sólo en mayores riesgos de inundaciones en la cuenca del río Grijalva, sino en una menor generación” de las mismas hidroeléctricas.
Por último, en la sección A.3, “Aportaciones hidráulicas”, el documento oficial dice que la temporada de lluvias es “junio a octubre”, desmintiendo más lo de que había pasado la temporada de lluvias y la lluvia de fines de octubre los tomó por sorpresa. Además, el mes típico de las inundaciones de 1999 fue precisamente octubre.

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