Sumario:
I. Las medidas para promover la inversión y el empleo anunciadas por Calderón son una aspirina para curar un cáncer, declara Mario di Costanzo
II. TLCAN, bajo juicio en EU, por Rogelio Ramírez de la O
III. El chico superpoderoso, por Laura Itzel Castillo
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Las diez medidas anunciadas para promover la actividad económica, la inversión y el empleo son demagógicas y resultarán absolutamente insuficientes para revertir el precario desempeño que ha tenido la actividad económica y el empleo. Así calificó Mario di Costanzo el anuncio sobre medidas fiscales, administrativas y de inversión productiva hecho ayer por el gobierno de facto que encabeza Felipe Calderón.
Para analizar lo anterior, Di Costanzo —quien ocupa la cartera de Hacienda Pública en el gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador— divide precisamente en medidas de naturaleza fiscal, de naturaleza administrativa y relativas a la inversión productiva las iniciativas calderonistas y expone la siguiente evaluación.
Medidas fiscales:
1. Reducción de 3% en los pagos provisionales del ISR y del IETU. Esta propuesta implica que las empresas que hasta el momento están haciendo sus pagos provisionales en función de su coeficiente de utilidad del 2006, dado que es el más reciente, podrán descontar de éste 3% de lo que pagarían en condiciones normales. Sin embargo esta disposición sólo aplicará entre febrero y junio, y únicamente será aplicable a los pagos provisionales, de tal manera que en abril de 2009, cuando las empresas hagan su declaración final, tendrán que reponer 3% que ahora se les descuenta. Además introduce una mayor inequidad al sistema tributario, ya que no aplica el mismo tratamiento a los asalariados (causantes cautivos), quienes continuarán con la mayor carga fiscal derivada de la aplicación del IETU.
2. Estímulo fiscal de mil pesos a las personas físicas con actividades empresariales. Estos contribuyentes, que hacen su declaración de impuestos en abril de 2008, podrán descontar mil pesos del monto que pagarán sobre el impuesto sobre la renta; esta medida es una mala copia de lo que se está haciendo en Estados Unidos, con la peculiaridad de que mientras que allá la devolución fue de mil 600 dólares, en México será de menos de 100 dólares. A decir del propio Carstens, esta medida beneficiará a un millón de personas físicas con actividades empresariales; esto implica que tendrá un costo fiscal de mil millones de pesos, lo que representa sólo 6.5% de lo que se recaudó por este segmento de contribuyentes durante el año pasado, que fue de 15 mil 100 millones de pesos. Esto nos da una idea del insignificante impacto que tendrá sobre el poder adquisitivo de los contribuyentes, más aún cuando la canasta básica ha tenido un incremento de 50% comparada con el mes de enero de 2006.
3. Descuentos de 5% en las cuotas patronales del IMSS. Esta medida no es más que la ampliación del fracasado programa de “primer empleo” aplicado el año pasado y que no tuvo ningún impacto sobre la generación de empleo en la economía y si tendrá un costo para el IMSS de 6 mil millones de pesos, que afectará severamente las precarias finanzas del instituto y repercutirá en la atención médica.
4. Descuento de 20% a tarifas eléctricas en horas punta y de 10% aplicable al sector comercial. Esta propuesta realmente no significa ningún estímulo verdadero para el sector productivo, más aún si consideramos que, por ejemplo, las tarifas para consumo de alta tensión en horario intermedio se habían incrementado desde diciembre de 2007 a la fecha en casi 20%, al pasar de 0.7827 pesos el kilowatt/hora en diciembre de 2007 a 0.9314 para marzo de 2008. Lo mismo sucede en las tarifas de media tensión, que han registrado un incremento de 8.2% desde diciembre de 2007, al pasar de 0.932 pesos por kilowatt/hora a 1.008 pesos en el mes de marzo.
5. Otorgar estímulos fiscales a empresas que se establezcan en los mil municipios más pobres del país. Esta propuesta resulta realmente absurda, y sólo demuestra que Calderón no tiene la menor idea de la situación que se vive en estos municipios, más aún si consideramos que en la gran mayoría de éstos, no se cuenta con ningún tipo de servicio público, como agua, electricidad, carreteras, etc.; luego entonces, difícilmente habrá empresas que se quieran ir a establecer a esos lugares, aún y cuando les otorguen todo tipo de créditos y facilidades. Por ello, Calderón y Carstens debieron haber propuesto un agresivo programa para desarrollar infraestructura en estos lugares, y así contribuir a la generación de empleos, para que en un futuro puedan y quieran las empresas ir a establecerse.
Medidas administrativas:
1. Simplificación arancelaria:
2. Portal de empleo gratuito
3. Destinar 650 millones de pesos al Sistema Nacional de Empleo
4. Acelerar la entrega de 3 mil millones de pesos a la Banca de Desarrollo
Estas propuestas no tendrán ningún impacto en la actividad económica, ya que, por ejemplo, para la simplificación arancelaria se requiere modificar reglamentos y en muchos casos hasta leyes, que deben ser aprobadas por el propio Congreso; en otros, se corre el riesgo de que esta misma simplificación arancelaria acelere los procesos de importación de productos agropecuarios que han dañado al mercado nacional.
Por lo que se refiere al “portal de empleo gratuito”, resulta aberrante que una persona que no tenga empleo tenga que pagar al gobierno para poder acceder a un portal de internet.
Finalmente es pertinente señalar que la asignación de 3 mil millones de pesos a la Banca de Desarrollo se acelerará, lo que no quiere decir que se incrementarán los recursos presupuestados para este fin.
Medidas de inversión productiva:
Destinar 10 mil millones de pesos para rehabilitación del Sistema de Ductos de Pemex. Desafortunadamente, ésta es la única medida que podría impactar ligeramente a la economía y de hecho resulta altamente insuficiente, más aún si consideramos que Petróleos Mexicanos cuenta con una red de 63 610 kilómetros con una antigüedad promedio de 30 años, de los cuales aproximadamente 10 500 kilómetros se encuentran sin operar por falta de mantenimiento. De ahí que los 10 mil millones de pesos destinados a rehabilitar ductos implican la asignación de apenas 952 mil pesos por kilómetro actualmente sin operación.
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TLCAN, BAJO JUICIO EN EU
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) está ya en el centro de los compromisos de campaña de Hillary Clinton y Barack Obama para su revisión. Según ellos, ha costado a Estados Unidos 3.7 millones de empleos manufactureros. La prioridad de los próximos años será salir lo mejor librados posible de una recesión y frenar el desempleo.
Aunque totalmente lógicos, estos pronunciamientos son recibidos por el gobierno mexicano como amenazas. Su falta de entendimiento del problema es en parte por anteponer la ideología a la realidad, en una mezcla de fe en el libre comercio con inocencia y falta de profundidad. También en parte porque en las últimas décadas el gobierno se acostumbró e influyó en varios centros y líderes de opinión para considerar la defensa de intereses nacionales como anticuada y populista.
Para empezar, el TLCAN nunca fue un tratado de libre comercio en su totalidad. Desde el inicio de las negociaciones ambos países salvaguardaron sectores de la competencia. Estados Unidos protegió su transporte marítimo; y el gobierno de Carlos Salinas protegió las telecomunicaciones y la banca. El resultado fue que aunque México ganó muchos empleos manufactureros hasta 2000, nuestra industria nunca afianzó su competitividad porque los sectores protegidos (telecomunicaciones, banca, cemento, transporte y otros) le vendieron sus insumos muy caros. Las ganancias del tratado fluyeron hacia estos sectores más que hacia el grueso de la industria.
Al mismo tiempo las tarifas acordadas para proteger la agricultura mexicana se fueron reduciendo hasta llegar a cero este año, perdiéndose millones de empleos agrícolas sin que el gobierno lograra un plan efectivo en 14 años. Algo debe andar muy mal para que hoy los productores agrícolas se nieguen a dialogar con el secretario de Agricultura.
Siempre supimos que un tratado entre países tan desiguales sería muy difícil, pues los productores de ambos tienen calidad de infraestructura y costos de crédito muy diferentes, para mencionar sólo dos variables que pueden causar pérdida de empleo. Por esa razón es que los únicos antecedentes y lecciones de comercio libre eran de los tratados europeos. Bélgica y Luxemburgo fueron el primer ejemplo de éxito, no sólo por ser economías con nivel de desarrollo similar, sino porque los tamaños de sus empresas eran muy similares: medianas y pequeñas en ambos lados de la frontera.
Más tarde el éxito se amplió en la Unión de Benelux, que incluyó a Holanda, y posteriormente convergió en la Comunidad Económica Europea. Pero la construcción de estos acuerdos tomó más de 60 años y no se hizo con precipitación y menos sin reconocer que los países de menor desarrollo no pueden participar a menos que reciban consideraciones especiales.
Compárese esta situación con los cambios de última hora que México aceptó para modificar en su contra el tratado en materia de azúcar mediante “cartas paralelas”, a fin de acallar la oposición de azucareros estadounidenses.
Quienes hoy se alarman por reclamos al TLCAN parecen desconocer estas cuestiones tan básicas. La problemática en EU es que perdió muchos empleos y sigue haciéndolo, aunque ya no hacia México. Para ser justos, los candidatos presidenciales no culpan sólo al TLCAN, sino a todos los tratados.
Pero aparte de mantener sectores privilegiados sin competencia externa, el gobierno cometió el gran error de no valorar al TLCAN con realismo, confundiéndolo con libre comercio a diestra y siniestra. Así, en lugar de concentrarse en preservar el empleo que ya estábamos generando, se dedicó a firmar tratados con todos los países que se lo solicitaron, abriéndoles nuestro mercado interno. No valoró que el TLCAN era la membresía a un club norteamericano al que no tenía acceso ningún otro país en desarrollo ni el peso de nuestro mercado interno.
Y hoy parece no entender que su misión en el TLCAN era desarrollarse y crear empleo. El mismo presidente Bush indicó el 28 de febrero que “a México hay que ayudarlo (con el TLCAN) a crear empleo para que reduzca la emigración”.
Hoy el TLCAN y, por asociación, la emigración de México son llamados a cuentas en EU. La revisión del tratado no implica, como muchos opinan erróneamente, que perderíamos todos los empleos hoy asociados a las exportaciones. Pero si el gobierno mexicano no tiene un nuevo plan de gran visión frente a EU —como así parece—, se expone a otro fracaso. Los pronunciamientos defensivos, como los hizo el embajador en Washington, Arturo Sarukhán, sólo exponen al gobierno a aparecer como un perdedor cuando el nuevo presidente lo llame a discutir el TLCAN.
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EL CHICO SUPERPODEROSO
por Laura Itzel Castillo
El cursi encabezado de este texto no es invención de la que esto escribe, sino de la revista Quién, especializada en frivolidades. Apareció en portada, junto a la foto del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en días posteriores a su nombramiento. La frase reflejaba una realidad inobjetable: la influencia de este personaje con su jefe, el usurpador Felipe Calderón.
¿De dónde venía el poder del joven de fina estampa y modales cortesanos? En el círculo compacto de Los Pinos hablaban de sus capacidades y habilidades con admiración.
Algunas plumas oficialistas lo llamaban, sin el menor rubor, el chico maravilla.
“Inteligencia pura”, se atrevió a decir algún mozalbete perteneciente a su clan, en referencia a Jacques Atalli, ex jefe de asesores del presidente Francois Miterrand, que utilizó esta expresión durante el salinato para definir a su antiguo discípulo, Joseph Marie Córdoba Montoya.
Las historias tenían similitud asombrosa, pero sólo para esta nueva generación de panistas, cuyos referentes culturales más sofisticados —así lo indican los apodos— surgen de los dibujos animados de TV.
Juan Camilo y Joseph Marie son de origen europeo —el primero nacido en España, el segundo en Francia— y a ambos se les diseñó una oficina a modo, desde la cual fungieran como jefes de gabinete.
A Córdoba no le gustaban los reflectores. Era un personaje de bajo perfil. Prefería ejercer el poder tras bambalinas.
Mouriño, en cambio, tiene un ego mayor y busca reconocimiento por haber dejado su vida de comodidades y lujos para entrar al gobierno. Fue un sacrificio, según sus propias palabras. Consecuentemente, el otro cargo le quedaba pequeño. Apenas Gobernación estaba a su nivel.
Después de su traslado a Bucareli, los escribanos del régimen lo ubicaron como “presidenciable” y, al parecer, él se lo creyó. Ingenuo, dio a conocer documentos adulterados con los cuales intentaba probar que sí reúne los requisitos de ley para aspirar al máximo cargo del país para incrementar su fortuna. Su candidez no quedó allí: reveló que su encargo era sacar adelante la reforma energética.
No pasó mucho tiempo para que el chico superpoderoso demostrara que no era tan inteligente ni tan hábil. La documentación entregada por AMLO a los legisladores del FAP, que contienen la firma de Mouriño como representante legal de empresas familiares, en contratos asignados directamente por Pemex, siendo él subsecretario de Energía, pegó directamente en el centro del gobierno espurio. Además, la respuesta del chico maravilla fue de una torpeza enternecedora.
A estas alturas, no hay de otra: debe renunciar de inmediato a su cargo para ser sometido a un proceso penal por diversos delitos. Bien decía Jesús Reyes Heroles: “Hay políticos que suben en elevador…”.
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